La delegación paquistaní que busca la entrega de Osama Bin Laden ha tenido que prolongar un día más su misión en Afganistán. Los talibán retrasaron ayer su prometida respuesta al ultimátum de EE UU y amenazaron con lanzar una guerra santa (yihad) si son atacados. Hoy se celebra en Kabul una asamblea de ulemas de la que se espera una decisión. Pocos confían en que los emisarios regresen con un compromiso satisfactorio. 'No me sorprendería que la respuesta no satisfaga ni a Pakistán ni a EE UU, proponiendo alguna negociación que divida a la coalición internacional', manifestó anoche a EL PAÍS Francesc Vendrell, representante especial del secretario general de la ONU para Afganistán.
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Anoche, el Consejo de Seguridad de la ONU exigió a los talibán la entrega "inmediata e incondicional de Bin Laden". El Consejo conminó al régimen de Kabul a que cumpla la resolución 1333, por la cual no sólo debe entregar a Bin Laden sino también cerrar los campos de entrenamiento de terroristas existentes en su territorio.
Pero, en opinión de Vendrell, con una respuesta ambigua los talibán tratarían de "retrasar o posponer la acción militar que se anuncia". La agencia rusa Ittar-Tass aseguró que los dirigentes talibán suscitaron con sus interlocutores algunas condiciones para entregar al disidente saudí que consideran su huésped desde hace siete años. Entre éstas se encontraría que sea juzgado en un país neutral, que se levanten las sanciones internacionales contra su régimen, ayuda económica y que se suspenda el apoyo occidental a la Alianza del Norte.
Sin embargo, en Islamabad, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Riad Mohamed Khan, aseguró a los numerosos informadores que los emisarios no tienen mandato para negociar. "Su objetivo no era negociar condiciones, sino transmitir un mensaje del presidente Musharraf a los dirigentes afganos sobre la grave situación y lo que la comunidad internacional espera de ellos", repitió Khan en diversas ocasiones.
El portavoz paquistaní negó que la delegación hubiera presentado un ultimátum a sus vecinos. Fuentes diplomáticas no confirman la cifra de tres días que repiten los medios de comunicación, pero hablan de "en torno a una semana". Khan también rechazó especular sobre el resultado de sus gestiones "hasta que no regrese" a Islamabad, algo que anunció para anoche. Pero el equipo, encabezado por el jefe de los servicios secretos paquistaníes, decidió a última hora esperar hasta hoy, a que se celebre la reunión de ulemas cancelada ayer.
700 religiosos
La semana pasada, el líder de los talibán, el jeque Mohamed Omar, convocó esa asamblea de doctores de la ley islámica para estudiar la amenaza estadounidense contra su régimen. Luego, el jeque Omar pospuso su respuesta a la misión paquistaní hasta haber escuchado a ese foro, en el que participan los más destacados dignatarios religiosos de las 32 provincias afganas: hasta 700, según algunas fuentes. Las dificultades de comunicación que afectan a Afganistán hicieron imposible la llegada ayer de todos los participantes, tal como estaba inicialmente previsto.
No hay que albergar muchas esperanzas. Si bien el régimen talibán no es absolutamente monolítico y existen algunos elementos moderados entre sus filas, la shura, como se conoce en el islam a esa asamblea de ulemas, sólo tiene carácter consultivo y la decisión final recae técnica y prácticamente en el jeque Omar.
En las dos anteriores ocasiones en las que el líder de los talibán ha reunido a los doctos islámicos -cuando le aclamaron como Príncipe de los Creyentes y cuando decretó la destrucción de los Budas gigantes de Bamiyán-, ha recibido su respaldo unánime.
El sábado, Omar lanzó un comunicado desafiante en el que aseguraba que los talibán estaban listos para defender a Bin Laden hasta la muerte. Ayer, la agencia oficial de noticias, BIA, informó de la celebración, en diferentes ciudades del país, de "amplias reuniones entre el pueblo piadoso y los responsables del emirato para condenar el probable ataque de EE UU sobre Afganistán". Gobernadores, ulemas, ancianos y otras autoridades habrían explicado a la gente "los objetivos de EE UU y sus infundadas acusaciones a Osama Bin Laden por los recientes incidentes terroristas".
Fue en ese contexto en el que los dirigentes hicieron un llamamiento a los afganos para que "mantengan su unidad y estén preparados para la yihad contra los invasores y para, una vez más, dar una lección a los agresores", en clara referencia a la expulsión de las tropas soviéticas. Radio Sharia, la emisora oficial de los talibán, repitió ayer esos llamamientos a la guerra santa ensombreciendo aún más la esperanza de que la misión paquistaní logre su propósito.
Aunque los dirigentes talibán no han estado nunca ante una presión internacional semejante, la prensa local describe a los enviados paquistaníes como "muy desanimados" por la intransigencia del movimiento, y en particular de su líder. Funcionarios paquistaníes relataron, tras las primeras reuniones, que el jeque Omar seguía pidiendo "pruebas convincentes" de la implicación de Bin Laden.
Si, tal como parece probable, los emisarios vuelven con las manos vacías, Pakistán va a tener que preparase para desempeñar un papel más activo en la guerra que prepara EE UU de lo que sus portavoces han admitido. Significativamente, para hoy está anunciado un mensaje a la nación del presidente Musharraf, quien ha desplegado enormes esfuerzos para construir un consenso nacional en torno a su decisión de cooperar con Washington.
EE UU ha pedido a los servicios secretos paquistaníes un informe detallado de todos los datos de que dispone sobre Bin Laden, incluidos sus contactos con los extremistas paquistaníes, su uso de nacionales paquistaníes para llevar mensajes secretos alrededor del mundo y sus escondites en Afganistán. Mientras, el diario Dawn, de Islamabad, situaba a Bin Laden a caballo, buscando refugio en algún lugar recóndito de las montañas afganas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de septiembre de 2001