Iván Chirivella, un instructor de vuelo español que dio clases en Florida a dos de los terroristas que estrellaron los aviones secuestrados contra las Torres Gemelas de Nueva York, relató ayer a EL PAIS sus impresiones de los suicidas: "Mohamed me dio desde un principio muy mala espina, era muy peligroso, pero Marwan parecía a veces su osito, aunque ahora me he dado cuenta de lo que era capaz".
El joven piloto comercial español tuvo tiempo de conocer bien a Mohamed Atta y a su supuesto primo, Marwam Al Shehhi, durante el mes que estudiaron en la academia Jones Aviation de la ciudad de Sarasota, porque según cuenta insistieron en volar sólo con él y no con los otros instructores estadounidenses de la escuela. Aunque pronto comprobaron que la paciencia de su profesor tenía un límite. "A la tercera vez que trataron de quitarme los mandos en pleno vuelo les eché. Eran muy agresivos y discutían por todo".
Eran también burlones y despreciativos. "Como no hacían caso cuando les llamé la atención tuvimos varias reuniones con los directores de la academia y ellos seguían con risitas hablando en árabe". Pero lo más ofensivo era su tono de maltrato con las mujeres que trabajan en el centro. "Cuando alguna de las chicas les decía que no podían hacer tal cosa ellos les respondían que se callaran porque eran mujeres. Era increíble".
La actitud era tan intimidante que llamaron a otra academia en la que habían estudiado antes y allí les dijeron que habían tenido la misma experiencia con ellos y tuvieron que echarles. A pesar de la agresividad y la mala educación, ni Chirivella ni nadie en Jones Aviation sospechó que fueran terroristas. "No se nos pasó por la cabeza, creímos que eran problemáticos", subraya Chirivella, nativo de La Palma, de 24 años.
Cuando surgió el nombre de Atta después de los atentados, Chirivella llamo al FBI, sólo para enterarse que los agentes ya habían requisado todos los documentos de Jones Aviation. Habló con ellos y les dio los detalles que buscaban. Atta y Al Shehhi habían vivido en varias ciudades del sur de Florida, Vero Beach, Venice, Delray y Hollywood, entre otras. Antes y después de entrenarse con Chirivella lo hicieron en otras academias de Florida, como Huffman Aviation en Venice (en la que les invitaron a no volver) y SimCenter en Miami. Cuando se matricularon hace un año en Jones Aviation parecían tener todos los papeles en regla. La esposa de Chirivella tramitó su solicitud y recuerda que Atta dio un pasaporte egipcio y Al Shehhi de los Emiratos Árabes Unidos. Tenían carné de conducir de Florida y pagaban en efectivo.
"Lo extraño es que un día uno pagaba 1.000 dólares y al día sigiente el otro pagaba otros 2.000 o 3.000", afirma Chirivella. Uno de los detalles que le extrañaron fue que Atta y Al Shehhi pusieron como condición volar juntos. Resultaba igualmente fuera de lo normal el que sólo quisieran aprender a hacer giros bruscos y no pusieran interés en los aterrizajes. La explicación que dieron sobre sus intenciones una vez que se graduaran, recuerda Chirivella, era volver a sus países para trabajar como pilotos comerciales.
El instructor español les dio cuatro horas diarias de clase a lo largo de casi todo el mes de septiembre de 2000, unas veces en un monomotor Cessna 182 y otras en un bimotor Cessna 310. Pagaron 100 dólares por hora. Repasando la memoria de aquellos días, Chirivella describe sus aspectos físicos: "Atta era bajito, delgado y de unos treinta y pico, y Marwan era alto, gordito y de unos veintipocos". Y continúa: "Hablaban muy mal inglés, no entraban en conversación sobre temas que no fueran de vuelo, y nunca dijeron que odiaran Estados Unidos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de septiembre de 2001