Quizá el terrible ataque a Nueva York y Washington del pasado martes haya sido sólo un cebo. Los planificadores del atentado parecen tener una mente estratégica y fría, y podrían estar ahora sentados, simplemente esperando a ver si sus planes tienen éxito hasta el final. Ya han conseguido despertar en Estados Unidos la urgencia de una respuesta muy contundente, y a su juicio proporcionada, de demostrar la magnitud de su poder. Los autores materiales ya están mas allá de cualquier venganza -y según sus creencias han muerto con gloria-. Detener y juzgar a los que planificaron la acción -caso de que no sean los que la ejecutaron-, además de parecer difícil, puede parecer una respuesta insuficiente a tanto espanto. A la vista del resultado de la guerra entre la antigua URSS y Afganistán podría ser que el objetivo final de este acto de terror sea hacer que los norteamericanos -y todos con ellos- se metan en un nuevo Vietnam afgano, con todo su horror. Y si fueran estos los planes, de verdad se trata de terrorismo total. Sólo queda esperar que aquellos con responsabilidad en la toma de decisiones se serenen, y encuentren una manera de responder inteligente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de septiembre de 2001