Unos cuantos kilómetros me han dado la oportunidad de sobrevivir, exactamente la distancia entre España y Marruecos. El azar determina la vida de Assou, Reda, Ali, Brahim y todo el grupo bereber de Cornellà: así de sencillo y cruel.
Quisiera que las mismas oportunidades que tengo yo las tuvierais vosotros, pero una ley lo impide. Una ley dictada por políticos que defienden por encima de todo los derechos humanos, que es lo que vende, pero la realidad es diferente. A ciertos colectivos no les llegan estos derechos humanos. Sólo hay que acercarse a ellos para comprobarlo.
La pregunta ¿quién llora a nuestros muertos en el mar? aún no la he podido responder. ¿Alguien puede hacerlo?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de septiembre de 2001