'Aquí, caen cuatro gotas y...'. Cada otoño la misma canción: tanto plan contra inundaciones, y en cuanto te descuidas, es que te llega al cuello. Aparte asesinatos impredecibles y gescarteras escandalosas, los informativos de cada año se parecen como gotas de agua. Fría, por más señas, que revienta a la altura de la Feria del Mueble, el aforo de la cosecha de cítricos y las protestas por los barracones y la falta de institutos. La variante del 2001 consiste en que no hubo que esperar a las tormentas para que saltaran los fusibles de medio país, provocando hipotensión en los ascensores , fuerte sudoración en los frigoríficos y extrema desesperación en los hosteleros. Sin contar unas cuantas playas llenas de heces. Pero para sofocos, los de los equipos de extinción de incendios en la Vall de Gallinera cuando comprobaron que la pista forestal para llegar al fuego estaba casi impracticable. O de los vecinos de Torrent (67.000), que se han quedado sin ambulancia. O de los de Dénia, repintando un paso de cebra que nadie respeta mientras esperan los coches cuba, esos aguadores de la modernidad. También han sudado la gota caliente los desplazados del ambulatorio de Torrevieja al guardar cola en la calle. Y los 14.000 habitantes de la Malvarrosa, sin polideportivo ni biblioteca y con un centro de salud apuntalado. Y los usuarios de la pestilente Estación de Autobuses de Alicante.
Transpiraron de susto hasta los bañistas huérfanos de vigilancia, a los que se ha prohibido ahogarse antes de las 11 y después de las 7. Y los numerosos buceadores, sin unidades de descompresión.
Pero nada debería extrañarnos siendo que el verano empezó con aquella esperpéntica escena en que un enloquecido, amenazante pero tronchado de la risa, era perseguido por dos policías... montados en un patín de playa.
Caen cuatro gotas (o más, pero tampoco ha sido el diluvio) y peligran personas, y se arruinan enseres y tecnologías. Pero los municipios prevén duplicar la urbanización litoral. Así, mientras unos amasan caudales, el resto, xano-xano, nos vamos adentrando en el milenium como los esforzados maderos: a pedales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de septiembre de 2001