A las castellanoparlantes, en particular. Fíjense, amigos y amigas, cuál es el destino económico y social que les tiene reservado el destino, forjado a golpe de mayorías absolutas de los partidos centralistas. Fíjense, paisanos y paisanas, cómo el discurso de siempre les ha querido negar, por razón de lengua, cualquier veleidad nacionalista. Repasen la historia y comprueben de qué les ha servido la obediencia centralista que siempre han observado. El Bloc, hoy por hoy, es el único partido que puede defender, sin servitud alguna, sus intereses. La lengua no es -no debe de ser- un obstáculo (no lo es en la mayoría de territorios que desean compartir un proyecto de futuro mejor). Los únicos que ven en ella un escollo son los de siempre, es decir, aquellos que con su absentismo, su negligencia o su mala fe les han conducido al estado actual.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de septiembre de 2001