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Crónica:

El Deportivo exprime el reloj

El conjunto de Irureta despierta a tiempo de salvar su victoria sobre el Alavés

El Deportivo se paseó por Mendizorroza, luego se durmió y terminó jugando con el despertador. No es metáfora. Es una realidad. Apenas necesitó correr para sacar al Alavés de sus casillas y para dominarle, pero como le ocurrió el martes con el Olympiakos volvió a dar vida a su rival. Todo el juego y la intensidad que le faltaron al partido durante todo el choque aparecieron en los últimos diez minutos, incluidos los del descuento. Hasta entonces, el partido transcurrió con una dureza inusitada para dos equipos que se precian de ser amigos del balón.

ALAVÉS 2
DEPORTIVO 3


ALAVÉS

Kike; Geli, Coloccini, Téllez, Llorens; Astudillo, Pablo; Mara (Vucko, m. 53), Witschge (Iván Alonso, m. 53), Magno; y Rubén Navarro (I. Begoña, m. 70).

DEPORTIVO
Molina; Manuel Pablo, Djorovic, Naybet, Romero; Scaloni (José Manuel, m. 82), Emerson, Mauro Silva, Amavisca; Valerón (Sergio, m. 68); y Makaay (Diego Tristán, m. 77).

Que se sepa, entre el Alavés y el Deportivo no hay cuentas pendientes, ni viejos piques. A lo sumo, un asunto de orgullo: el equipo gallego había perdido las cinco veces anteriores en que visitó Mendizorroza en Primera. El partido, sin embargo, cayó en el ojo por ojo y en la aspereza. Sin quererlo, los entrenadores tal vez contribuyeron. Mané había avisado la víspera: "Habrá mucho tráfico en el centro del campo". Irureta, siempre pragmático, había recordado a los suyos que llevaban dos partidos seguidos sin ganar, y eso en el Deportivo duele.

Los jugadores se lo tomaron a pecho, pero se olvidaron del fútbol. Sobre todo en el Alavés. Naufragó en el control del balón y se dejó engañar. El Deportivo le hizo creer que llevaba la manija del partido. Y no. El equipo de Mané cayó víctima de su propia táctica. Buscó la acumulación de jugadores por el centro y se vio que cada pase llega a un destino equivocado. Mucho tráfico y ningún semáforo. Caos total. Witschge, titular por primera vez, corrió como nunca lo había hecho en su época de barcelonista. También Mara, el rumano que pretende heredar la banda derecha del milanista Contra. Mucha carrera, pero poco orden.

Justo al contrario que el Deportivo. Su primera parte fue de auténtico carterista. Se refugió en la confusión de mediocampistas que tanto estropeó la noche de fútbol en Mendizorroza. Hizo creer al Alavés que el partido era suyo, pero con habilidad le robó la victoria. Por la espalda, sin que los jugadores alavesistas se enteraran; al contragolpe, como históricamente ha hecho el Deportivo. Y por partida doble, con un único ejecutor, Amavisca, el suplente de Fran. Qué lujos puede permitirse el Dépor.

Pero el Alavés se rehizo y el Dépor le dejó. Con los cambios, Mané dio profundidad al equipo. Aunque sólo gracias a la estrategia y a la raza, el Alavés igualó el marcador. Quedaban ocho minutos para el final, en un partido jugado al ralentí. Parecía todo acabado. Nada más lejos. Amavisca tuvo aún tiempo de dar el gol de la victoria a Sergio en un final atroz, con una expulsión a Iván Alonso y un gol anulado a Geli. Una vez más el Dépor lo dejó todo para el último minuto. Juegueteó con el reloj.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de septiembre de 2001