Anonadado asisto, a mis 69 años, al espectáculo de ver la tontería elevada a alta política; la justicia transformada en venganza (cuando estos señores que manejan tan bien el Antiguo Testamento saben que Yahvé dice: 'La venganza es mía'); la pertenencia a un suelo, en patrioterismo; una creencia, en justificación para matar; la noticia, convertida en eslogan; la verdad ('¿qué es la verdad?') manipulada a nivel planetario; la bondad, ultrajada; la buena fe, pisoteada; el crimen cometido en las Torres Gemelas, utilizado para dar salida al odio, a la egolatría, a fines inconfesables. ¿Es posible tanta locura? Como Mafalda, quiero bajarme de este mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de septiembre de 2001