La jornada donostiarra de ayer fue especial para Montxo Armendáriz. Los galardones siempre se agradecen, pero hay algunos más entrañables que otros, como el que recogió anoche en San Sebastián. El cineasta navarro, director de Tasio, Secretos del corazón o la más reciente Silencio roto, recibió el premio Ama Lur del Cine Vasco a toda una trayectoria, que conceden cada año la Asociación de Productoras Audiovisuales Independientes del Cine Vasco (Ibaia) y Euskal Telebista (ETB). Fue un encuentro con sus amigos de los tiempos más difíciles de los inicios de una carrera, de los cortometrajes.
El premio fue el colofón a 15 horas dedicadas a la proyección de nueve largometrajes, nueve documentales y 13 cortometrajes producidos en el último año en el País Vasco. Dos salas de cine llenas donde se repasaron títulos como Fatimetu, Jaizkibel, Mi hijo Arturo o Hacerse el sueco. La última proyección de la noche, Silencio roto, tenía el invitado más especial. Su director, siempre con su cálida sonrisa, acompañado de dos de sus actores, Juan Diego Botto y Álvaro de Luna, defendieron la recuperación de la memoria de unos guerrilleros, los maquis, y parte de la dignidad y la libertad por la que lucharon.
Armendáriz no cree en el cine universal. 'A mí me gusta reflejar historias locales, cercanas a mi entorno, tengo predilección por los personajes y la geografía que me rodean. La maravilla del cine es lograr que esos personajes trasciendan los valores universales, como el amor, la muerte, la ambición...'. El cineasta, que presentará como productor en el próximo Festival de Cine de Gijón el documental La guerrilla de la memoria, dirigido por Javier Corcuera, resaltó ayer la diversidad y riqueza del cine que se realiza en el País Vasco. 'Más que el cine vasco, que no existe como tal, existen historias y géneros muy diferentes realizados por directores nacidos aquí'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de septiembre de 2001