George W. Bush ha comunicado oficialmente al Congreso su decisión de desplegar tropas 'en varios países extranjeros', no especificados. El presidente de Estados Unidos, en una carta remitida el lunes por la noche a los líderes de ambas cámaras, informó a los parlamentarios de que la campaña que comienza estos días sería 'larga'. La operación, inicialmente bautizada como Justicia Infinita, una denominación que causó malestar en algunos países árabes, recibió ayer otro nombre: Operación Libertad Duradera.
Bush: 'No se puede predecir la duración de los despliegues'
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"He ordenado", decía la carta de Bush a los congresistas, "el despliegue de fuerzas equipadas para el combate y de fuerzas de apoyo en varios países extranjeros, en las áreas de operaciones del Comando Central y Pacífico. En el futuro, a medida que actuemos para prevenir y detener el terrorismo, puede ser necesario enviar fuerzas adicionales a ésas y otras áreas del mundo, incluyendo países extranjeros donde ya hay fuerzas estadounidenses estacionadas".
"No es posible predecir el alcance y la duración de esos despliegues", escribió Bush, quien añadió que "lo más probable es que la campaña contra el terrorismo sea larga".
En otras declaraciones, el presidente incitó al pueblo afgano a que se rebele contra los talibán. "Nuestra misión es localizar los terroristas, capturarlos y llevarlos ante la justicia: uno de los medios para lograrlo es pidiendo la colaboración de los ciudadanos que en Afganistán están hartos del Gobierno de los talibán o de hospedar en su tierra a extranjeros como Osama Bin Laden que financia este régimen represivo", dijo.
George W. Bush desayunó ayer con los líderes republicanos y demócratas del Congreso para explicarles confidencialmente las líneas maestras del despliegue militar. El jefe de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Richard Gephardt, comentó después que las medidas que les había descrito el presidente le parecían "una respuesta adecuada" para el problema. Gephardt elogió la prudencia de la Casa Blanca, que había sabido evitar la "tentación" de lanzar inmediatamente bombardeos indiscriminados.
"No queremos dañar a los civiles, y no queremos ofender a las personas que no están implicadas en actividades terroristas. Nuestro objetivo son las personas que manejan las redes terroristas", declaró Gephardt.
De las palabras de los parlamentarios se desprendía la impresión de que Bush les había esbozado un plan con objetivos militares muy limitados y concretos, en el que en principio no cabrían ataques simultáneos contra varios países, como deseaban algunos miembros del Departamento de Defensa.
Bush recibió también ayer en la Casa Blanca al primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, quien aseguró que Japón "está con Estados Unidos para combatir al terrorismo".
Koizumi ofreció a Bush todo el apoyo posible dentro de los límites de la Constitución japonesa, que prohíbe las operaciones militares en el extranjero y sugirió incluso que buscaría una reforma constitucional, si fuera necesario, para sumar sus tropas a las estadounidenses.
La principal aportación japonesa, sin embargo, se dirigirá al flanco financiero de la operación.
El Gobierno de Tokio se sumó ayer mismo a la orden ejecutiva firmada el lunes por Bush, para que las cuentas y operaciones bancarias de las organizaciones terroristas fueran congeladas en todo el mundo. Bush calificó de "magnífica" la reunión con Koizumi.
Anoche, un portavoz de la Casa Blanca anunció que el presidente Bush ha decidido participar en la cumbre del Foro de cooperación de los países de Asia y el Pacífico que se celebrará en Shangai (China) los próximos 21 y 22 de octubre aunque aplazará, "hasta que las circunstancias lo permitan", las visitas que en un principio tenía previsto incluir en esta gira a Pekín, Tokio y Seúl.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de septiembre de 2001