El Mallorca se ha vuelto previsible y Son Moix dejó de ser hace rato un reducto ingrato para los visitantes. El Villarreal dio fe de ello al llevarse tres puntos muy valiosos con una demostración de oficio que culminó en el gol de Palermo. La expulsión de Eto'o en la primera parte contribuyó a la débâcle.
Los rojillos no conocen la victoria esta temporada en su campo en la Liga ni tampoco saben lo que es marcar. El gran problema del equipo de Krauss es que no tiene sorpresa en los metros finales. Nadie conecta con los delanteros, alejados de la zona donde hacen daño porque siempre están retrocediendo en busca de balones que no les llegan. Tampoco hay juego por las bandas. Novo no es Finidi ni Díaz es Stankovic.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de octubre de 2001