El sábado 29 de septiembre, en el auditorio de la Casa de la Cultura de L'Alfàs del Pi, y con motivo del concierto de la Orquesta Sinfónica de Alicante, sobre las 19.40 horas, al facilitar el acceso del público, sobre ocho butacas de la fila siete (números 1 a 15) había diversas prendas de abrigo en señal de estar ocupadas. Un individuo allí sentado, pendiente de las personas que iban entrando, a todo el que preguntaba le respondía que eran localidades reservadas por si venía el alcalde u otras autoridades. Pasados 10 minutos, se retiraron las prendas pero la respuesta seguía siendo la misma. Espectadores con dificultades en localizar asientos seguían acercándose al ver las ocho butacas vacías, custodiadas por la citada persona que, probablemente perteneciendo al Ayuntamiento o a la Casa de la Cultura, no tuvo reparo en comentar que si no venía el alcalde siempre aparecía algún amigo. Escasos minutos antes de iniciarse el concierto, y después de hacer insistentes señas de aviso, los asientos fueron ocupados... por amistades. Le llamé la atención al respecto y su respuesta fue que me callara y que se hacía 'por cojones'. Creo que a la Casa de la Cultura de L'Alfàs del Pi no le será difícil establecer diferente sistema de reserva para autoridades, prescindiendo del denigrante servicio actual que demuestra una falta de respeto y educación y confirma, una vez más, la permanencia del caciquismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de octubre de 2001