Swissair, la séptima aerolínea de Europa, logró sortear la quiebra tras sellar un acuerdo con los dos principales bancos del país, el UBS y el Crédit Suisse. El pacto se concretó el domingo pero los detalles se conocieron ayer. Lo más curioso es que Crossair, la filial de vuelos regionales de Swissair, es la que se hará cargo de la gestión de todo el grupo y asumirá sus vuelos. El UBS y Crédit Suisse ha comprado al grupo Swissair su participación en Crossair, el 70,35%, por 173,3 millones de euros. El objetivo de los bancos es reemplazar una vieja y endeudada línea aérea de bandera suiza por una nueva y rentable.
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El acuerdo implica la supresión de 2.560 puestos de trabajo, 1.750 de ellos en Suiza, y el abandono de las divisiones no aéreas del grupo Swissair, según anunció ayer en Zúrich el director del grupo suizo, Mario Corti. Crossair se hará cargo de ahora al 28 de octubre de la explotación de las líneas aéreas de Swissair, explicó Corti. La cotización de las acciones del grupo Swissair se suspendió ayer en la Bolsa de Zúrich, mercado que retrocedió un 1,57%.
Además de hacerse con el control de Crossair, los dos principales bancos suizos concederán a SAirlines (la división aérea del grupo Swissair) un crédito puente de 250 millones de francos suizos (166,6 millones de euros). Según un comunicado de Crossair, el consorcio bancario también aprobó conceder a Crossair un nuevo límite de crédito de 500 millones de francos (207 millones de euros) y una recapitalización máxima de 350 millones (233,3 millones de euros).
Dentro del acuerdo al que han llegado los dos bancos para concretar el plan de salvamento de Swissair, el UBS desembolsa el 51% de todo el dinero que se vaya a invertir, desde la compra de las acciones de Crossair hasta los créditos comprometidos. Crédit Suisse se hace cargo del 49% restante.
En su comunicado, Crossair también instó al Gobierno federal suizo y a los gobiernos cantonales a participar en el capital de la compañía hasta un máximo del 30% y especificó que la parte controlada por los bancos disminuirá en función de la participación en el mismo de los poderes públicos. El Consejo federal rechazó por "innecesaria" una participación en el capital de la compañía.
Crossair es un empresa rentable mientras que Swissair acumula una deuda de 11.526 millones de euros. Por ello, el plan de los bancos es que Crossair se integre a la importante red de vuelos europeos e intercontinentales que tiene Swissair. La intención es, en lo posible, transferir la fortaleza de una marca como Swissair a una nueva compañía aérea. Swissair, fundada en marzo de 1931, tiene vuelos a 210 destinos en 75 países.
Ambos bancos, en sus respectivos comunicados, han dejado muy claro que la compra de las acciones de Crossair la ven como una inversión financiera, por lo que la responsabilidad de las operaciones aéreas recae por completo en las manos de Crossair. Eso sí, antes de poner dinero en Swissair, al borde de la quiebra, han preferido hacerlo en su filial, puesto que los costes operativos de ésta son bastante menores y, por ende, tiene muchas más probabilidades de ser rentable.
Sin alternativa
"Lo que estamos respaldando es un nuevo comienzo de la industria aeronáutica suiza", declaró ayer Marcel Ospel, presidente del consejo directivo del UBS, al comentar la mecánica de la operación. "Es importante para el público suizo y para nuestra economía que una línea aérea nacional mantenga una gran red de vuelos internacionales. A la luz de la situación de Swissair, no hay una alternativa viable para su continuidad", añadió Ospel. Ésta es justamente la apuesta de los bancos, la de reemplazar, de cuajo, a una vieja línea de bandera endeudada por otra nueva y rentable.
Por su parte, Lukas Mühlemann, presidente y consejero delegado de Crédit Suisse, dijo que "la grave situación del grupo Swissair se agudizó mucho tras los atentados terroristas contra EE UU del pasado 11 de septiembre" y que su situación era ya "insostenible". La compañía ha calculado que los ataques ya le han supuesto y le supondrán unas pérdidas adicionales de entre 2.000 y 2.500 millones de euros. El agravamiento de la crisis del sector aéreo mundial tras los atentados ya se ha cobrado más de 100.000 puestos de trabajo en todo el mundo, fundamentalmente, en EE UU.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de octubre de 2001