He sentido una gran indignación al conocer que se pretenden construir grandes urbanizaciones en Grazalema que podrían causar un daño irreparable al Parque Natural de Grazalema.
Con estos proyectos, junto con los de las centrales térmicas y otros que no respetan nuestro entorno, la Sierra de Cádiz dejaría de ser el lugar elegido por un turismo exigente. Mantener limpia la Sierra de Cádiz de la especulación urbanística y de la contaminación sería una inversión para nuestro futuro y el de nuestros hijos. Si no cuidamos nuestro entorno, nuestros pueblos blancos se convertirán con el tiempo en pueblos contaminados, dejando de aparecer en las rutas turísticas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de octubre de 2001