Caja San Fernando y Estudiantes comparecían ayer en Sevilla en igualdad de condiciones -ambos derrotados en la primera cita de la ACB- y con similar objetivo: ratificar con un triunfo lo acertado del nuevo proyecto que marcará sus respectivas andanzas durante la temporada. Ganar en confianza. Esa era la cuestión. Y quien ganó fue Estudiantes, aunque le costó, porque ambos conjuntos comparten un mismo manual: agresividad y ritmo trepidante. Eso pretenden inculcarles Marco Crespi y Sáinz de Aja a sus hombres y, por lo visto ayer en San Pablo, a fe que lo han conseguido.
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El choque, igualado a más no poder, se decantó no por méritos propios, sino más bien por desaplicaciones del contrario. Tanto los jugadores del Caja como los de Estudiantes desplegaron todas las argucias en las que están adiestrados, pero la fortuna sólo podía asistir a uno de los dos y ése fue Estudiantes.
Si en el primer cuarto el Caja aplicó la que ha de ser su receta, esto es, rapidez de ideas, captura de rebotes y una transición defensa-ataque trepidante, conjugada con el acierto en el tiro exterior que pone Granger, todo cambió a partir de ahí. Estudiantes descubrió que la firmeza del Caja no era tal, que un par de sacudidas en su zona bastaban para desarmarlo. Y eso hizo. Jiménez y Alfonso Reyes se encargaron de ello. El Caja comenzó a desangrarse y el cuadro madrileño a no desperdiciar cuanto rebote en ataque se le ponía a tiro (45-48).
El Caja no supo salir de su error y siguió demostrando que aún está verde, que lo intenta pero que su nivel de concentración se desmorona en cuanto las cosas vienen mal dadas. Pero en éstas que apareció Granger y la cosa pareció que iba a tener otro final. El alero explotó su potencial desde el perímetro y arrancó 14 puntos en el tercer cuarto ante la mirada incrédula de los jugadores estudiantiles (63-59).
Crespi se desgañitaba pidiendo a sus hombres que aprovecharan la muñeca caliente de Granger para intensificar su débil defensa. Reclamación que resultó vana. Estudiantes centró su esfuerzo en explotar la estrategia que tan buen rédito le había dado durante los tres primeros cuartos: basar su ataque en el juego interior, donde reside todo el potencial del equipo de Sáinz de Aja. Para entonces, Granger tenía ya la muñeca fría y Jiménez andaba caliente. Hasta nueve rebotes en ataque capturó.
El Joventut cae de nuevo
Mientras, en Badalona, se repetía la historia. Cuando el Joventut creía que sumaría su primera victoria de la temporada, con el reloj tocando el cero, Hopkins armó su brazo para, con una bola que entró llorando, certificar la segunda derrota de los verdinegros (87-88) en cuatro días, esta vez ante el Pamesa. El Olímpico de Badalona enmudeció. Los hombres de Manel Comas habían acariciado la victoria con una canasta de Beard a siete segundos para el final. Pero los 24 puntos que anotó y los 20 rebotes que capturó Beard sirvieron ayer de bien poco. Al Pamesa le bastó tirar de Alston y Paraíso en el último cuarto para resarcirse de su derrota también por un punto ante el Unicaja de Málaga en la primera jornada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2001