Los males de Swissair, al borde del colapso, se extendieron a gran velocidad a la aerolínea belga Sabena, participada en un 49,5% por la compañía suiza. Sabena anunció ayer la suspensión de pagos tras años de declive financiero. El Gobierno belga, que controla el 50,5% de la compañía, salió de inmediato en defensa de su aerolínea de bandera con la concesión de un crédito de 125 millones de euros (20.798 millones de pesetas) para cubrir sus actividades durante un mes. La inyección de capital se produce dos días después de que Swissair renunciara a realizar las inversiones pactadas con el Ejecutivo para financiar el plan de salvamento.
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La cifra del préstamo fue concretada por el ministro belga de Empresas Públicas, Rik Daems. Su objetivo es cubrir todas las necesidades operativas de Sabena para permitir a la compañía operar, mientras se buscan soluciones alternativas para superar la suspensión de pagos y se ultima el recurso judicial contra Swissair, Crossair y los bancos suizos UBS y Crédit Suisse por no haber cumplido con su compromiso de rescate de la aerolínea. Swissair pactó antes del verano una ayuda de 430 millones de euros que inyectaría en varios años.
"Esto debería permitir a la compañía mantener sus actividades durante un periodo limitado de un mes", declaró el primer ministro belga, Guy Verhofstad, quien consideró que el responsable directo de la situación por la que está atravesando Sabena es el grupo Swissair y los bancos suizos. El ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, explicó a El PAÍS que si la compañía no es capaz de recuperarse en ese plazo de 30 días, "no habrá más intervenciones por parte del Gobierno". "No se trata en todo caso de una inyección de capital, sino de asegurar la tesorería de la empresa a través de un crédito puente", aclaró Reynders.
Pero no hay mucho margen para el optimismo en el historial de Sabena. La aerolínea sólo ha conseguido beneficios una vez en 40 años. Las pérdidas sumaron 325 millones de euros el año pasado y su deuda total asciende a 2.500 millones de euros. Los empleados han aceptado un plan para suprimir 1.500 puestos de trabajado, un 21% de la plantilla, y vender algunas unidades.
La suspensión de pagos anunciada ayer permite "asegurar la continuidad de las operaciones de la compañía y proteger los intereses de los acreedores", según un comunicado de la aerolínea. El problema principal es que el Gobierno se ha quedado sólo a la hora de proceder a la reestructuración de la compañía tras la renuncia de Swissair de participar en el plan por falta de liquidez.
El ministro belga de Finanzas aseguró que la medida adoptada por el Gobierno belga se atiene a las líneas directrices fijadas por la Unión Europea para la concesión de ayudas al salvamento de empresas en dificultades. El Ejecutivo belga deberá en cualquier caso notificar el crédito ante el regulador europeo. La Comisión Europea advirtió, sin embargo, que "la situación financiera de Sabena, como la de Swissair, no está directamente ligada a los problemas que sufre el conjunto de las compañías aéreas tras los atentados del 11 de septiembre".
Amparándose en la crisis, British Midland, la segunda aerolínea británica, anunció ayer un recorte de 600 empleos y una reducción de vuelos, informa Efe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2001