El caso del robo de 13 sumarios contra Jesús Gil en Marbella dio ayer un vuelco dramático. El primer sospechoso detenido, Francisco Calero, murió al precipitarse desde la azotea de su casa, un edificio de cinco plantas a donde le había conducido la policía para efectuar un registro domiciliario. Los hechos ocurrieron a las 20.05. Calero, de 43 años, casado y padre dos hijas de dos y 15 años, era agente judicial del Juzgado de Instrucción número seis de Marbella, y a mediodía de ayer fue detenido por su presunta participación en la sustracción de sumarios.
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Francisco Calero pertenecía al entorno del alcalde Jesús Gil, era presidente del Club From-Tenis y estaba vinculado al teniente de alcalde y concejal de Deportes, Tomás Reñones, ex jugador del Atlético de Madrid, según aseguró el concejal del Partido Andalucista Carlos Fernández a Europa Press. El propio regidor aseguraba poco después que conocía a Calero y que se había reunido varias veces con él con motivo de las actividades del citado club de tenis, que recibe apoyo del consistorio. "Era una buena y gran persona", añadió Gil.
La noticia de la muerte del funcionario judicial cayó anoche como una bomba en Marbella. El horror y los nervios cundieron especialmente entre el personal de los juzgados. A la hora en que ocurrió la tragedia, la juez instructora del caso del robo de sumarios, María José Rivas, aún tomaba declaración a otros tres sospechosos. Calero era el primer detenido, pero anoche no se descartaban nuevos arrestos para las horas siguientes.
El agente judicial había acudido por la mañana a su puesto de trabajo con toda normalidad. Durante este tiempo, agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Comisaría Provincial de Málaga habían estado patrullando por los alrededores de su domicilio, un piso en la segunda planta de un edificio de la avenida de Severo Ochoa, la entrada a Marbella desde Málaga.
El funcionario fue detenido a mediodía y trasladado a la comisaría de policía de Marbella. Allí prestó declaración ante los agentes encargados de la investigación. Estaba previsto que pasara a disposición judicial en la mañana de hoy. Sin embargo, la policía decidió conducirlo a su casa para efectuar un registro domiciliario.
Una vez en su casa, Francisco Calero, que no iba esposado -fuentes judiciales y policiales explicaron que cuando un detenido no es peligroso, y no se espera una reacción peligrosa, no se le lleva esposado por respeto a su familia-, se zafó de los tres policías que lo custodiaban, corrió hasta la azotea del edificio, y se precipitó de cabeza al vacío. Cayó en el pavimento junto a una cafetería y un quiosco de prensa y, según el forense que acudió al levantamiento del cadáver, murió en el acto. Su esposa y sus hijas se encontraban en la casa en el momento de la tragedia. También se había desplazado hasta allí una comisión judicial.
Lugar concurrido
El juez de guardia levantó el cadáver a las 21.35 horas. Desde el primer momento, la policía local tuvo que contener a la masa de curiosos que se había arremolinado en la calle, un lugar muy concurrido, puesto que la avenida de Severo Ochoa es una de las principales arterias de Marbella.
Los vecinos del agente judicial -era presidente de la comunidad-, que estaban muy nerviosos e impresionados, lo describían como "un hombre cordial y afable, educado y que hacía una vida hogareña". Sin embargo, desde que el 10 de agosto pasado se aireara el robo de los sumarios, el funcionario había figurado en la lista de sospechosos de haber colaborado en la sustracción. De hecho, Calero había sido identificado por algunos testigos como la persona que presuntamente borró los archivos informáticos relacionados con casos que afectaban a Jesús Gil.
Al menos otro funcionario prestó ayer declaración ante la juez instructora. Fuentes judiciales aseguraron que comparecieron tres personas presuntamente relacionadas con el robo, entre ellas un policía local.
La jornada discurrió llena de sobresaltos. A media mañana ya corrían rumores de que se iban a practicar detenciones. Sin embargo, el ambiente de los juzgados no hacía sospechar tal cosa. Incluso el fiscal encargado de la investigación, Julio Martínez Carazo, se encontraba fuera de Marbella en un juicio.
Los acontecimientos se precipitaron a partir del mediodía, y fue la policía quien llevó la iniciativa de la operación. Después de interrogar a Calero durante varias horas, los agentes tenían previsto que el detenido pasara la noche en comisaría para ponerlo a disposición de la juez a primera hora de la mañana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2001