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COLUMNA

Mandíbulas de cristal

No sé qué habremos hecho para merecérnoslo, pero el PP insiste en presentar a Teófila Martínez como candidata a la presidencia de la Junta. Aunque está por ver qué sería peor: si la alcaldesa de Cádiz, a pesar de sus evidentes limitaciones, o Javier Arenas, que sólo aceptaría algo así si le obligan. A desgana. Presidir la Junta debe de ser una especie de condena. Manuel Chaves también vino contra su voluntad, pero no cabe duda de que le ha terminado cogiendo gusto al cargo.

En el PP pesa más la fidelidad a las esencias que los deseos de agarrarse al poder, que son muchos. Y las esencias del PP son las que son, como nos lo han dejado bien claro Luis Ramallo y Pilar Valiente en ese apasionante espectáculo que es la comisión de investigación de Gescartera.

Valiente y Ramallo, látigos de corruptos cuando el PP estaba en la oposición, consideran que todo lo que han hecho es 'normal', quizá porque lo 'normal', según ellos, es que la derecha esté en el poder y a partir de ahí todo forma parte del mismo orden.

El PP sigue fiel a esa España eterna y esperpéntica de la que Gescartera ha resultado un espléndido muestrario: curas, monjitas, un ecónomo episcopal, vendedores de cupones, un cantante fracasado en el festival de Eurovisión... Cualquier asomo de modernidad en el PP está tan condenado al fracaso como en el propio PSOE andaluz.

Pero, eso sí, todos hacen lo que pueden para seguir dando espectáculo. No se les puede pedir más. Pegan duro, pero encajan muy mal los golpes. No se acostumbran: tienen la mandíbula de cristal. El domingo, Teófila Martínez se lamentaba: 'El PSOE ha intentado eliminarnos, machacarnos, masacrarnos del debate político, pero hemos resistido'. Ya lo advertía, unos días antes, el secretario de Organización del PSOE andaluz, Luis Pizarro: 'Para el PP, Chaves es una pesadilla'.

Pero los socialistas también lloran, no se vayan a creer. En la última reunión de la Ejecutiva federal, mientras había quienes pedían 'machacar' al PP aprovechando el escándalo de Gescartera, la Ejecutiva hacía pública su solidaridad con Manuel Chaves por 'la vergonzosa política de acoso' del PP.

La cosa está caliente. Tanto en el PP como en el PSOE-A, no se atienden a otros méritos que los de guerra. Así, a todo el mundo le parece normal que el director general de la RTVA -un profesional independiente, a juicio de quienes lo nombraron- amenace: 'Estoy haciendo un vídeo para mandárselo a Aznar sobre el trabajo de sus diputados', que practican 'parlamentarismo basura'.

Luego, después de que el PP le recordara que no es la televisión pública la que debe controlar al Parlamento, sino todo lo contrario, Camacho se retractó: dijo que era una 'respuesta irónica'. Sin duda, confundía ironía y humor negro.

Camacho se confunde con frecuencia. Está claro que al hombre le gusta la televisión que hace y no entiende cómo hay gente que no comparte su sentido estético. Está orgulloso de que su tele sea tan seguida en Marruecos: 'Es un clamor', dijo el martes en el Parlamento. Quizá es que también se ha equivocado de clientela.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de octubre de 2001