El desasosiego posterior al 11 de septiembre puede comportar que no miremos allí donde los otros acontecimientos exigen nuestra máxima atención. Pocas dudas hay de que la actuación del alcalde, el consistorio y la ciudadanía de Llagostera merece nuestro máximo reconocimiento. Es un ejemplo nítido de tenacidad y participación ciudadana que merece ser narrado, con razonada pasión, en todas las facultades de Ciencias Políticas (y afines) y pasar, con letras de oro y alfombra mágica, a la historia universal de la dignidad.
Creo que Marx, en la segunda sección del Manifiesto comunista, sostenía que los gobiernos burgueses eran algo así como consejos de administración de los intereses compartidos por los grupos empresariales. No hay duda de que esta tesis pertenece al paleolítico medio, o inferior, pero cuando uno observa la estrecha alianza entre el gigante Fecsa y el Gobierno de la Generalitat, y el cinismo del presidente patronal arguyendo que ellos se limitan tan sólo a cumplir la ley, uno no puede menos que pensar que o bien estamos en un regreso al pasado o que el presente, como el futuro, no es como dicen que es y que el supuesto paraíso perdido pero recuperado no se guía por principios de generosidad ni visión comunitaria.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de octubre de 2001