Cuando el poeta latino Horacio decía que 'aquellos que cruzan el mar cambian de cielo, pero no de alma', estaba dando, sin saberlo, un argumento a quienes se resisten a reconocer los derechos de los inmigrantes. Sin embargo, se olvida que el alma es porosa. Así el inmigrante puede renunciar a una parte de su cultura y aceptar la del país que lo recibe si entiende que ganará algo (afectivo, espiritual o material) en el cambio. Pero de ninguna manera se le puede pedir que abandone el bagaje cultural que trae consigo.
Como en el curso pasado, en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet, nuestros alumnos magrebíes (la experiencia estaba abierta a todo el alumnado) pudieron seguir clases de lengua y cultura árabe en horario extraescolar. Ahora nos alegra saber que una iniciativa similar va a extenderse por Cataluña y que, por un acuerdo entre el Ministerio de Educación y la Fundación Hassan II de Marruecos, quince profesores marroquíes impartirán este curso clases de lengua y cultura árabe en algunos centros educativos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de octubre de 2001