Han pasado casi dos años -se cumplen en diciembre- desde que el edificio del IES Isabel de Villena fue declarado en ruinas. El primer curso tuvimos a los alumnos repartidos entre dos IES, el Sorolla y el de la Patacona y los profesores estuvimos itinerantes entre ambos centros. Después, nos realojaron en barracones en donde permaneceremos hasta que se construya el nuevo edificio.
Esta situación nos obliga a trabajar faltos de espacio y de medios materiales, sin los servicios mínimos que cualquier padre exige para la escolarización de sus hijos.
Habrá muchos alumnos que habrán pasado por el instituto con una escolarización deficiente, no habrán tenido nunca un edificio en condiciones, ni pistas deportivas, ni laboratorios suficientes, ni siquiera un patio donde salir en los recreos. Sí habrán sufrido, sin embargo, los rigores del tiempo, frío y calor, inundaciones cuando llueve que obligan a paralizar las clases.
Los profesores celebraríamos la inauguración del nuevo edificio -no la colocación de la primera piedra, una estrategia publicitaria para intentar convencer a los votantes de que un fracaso es un éxito- que nos proporcionara la infraestructura y dotación material imprescindibles para el desarrollo de nuestra labor con dignidad, dando servicios a un barrio de Valencia que lo merece y lo necesita, puesto que consideramos que la educación es un derecho fundamental si pretendemos una sociedad formada por ciudadanos cultos, libres, independientes.
Por eso denunciamos esta situación como manifestación de una política general de degradación de la enseñanza pública que sólo puede responder a un interés por lograr ciudadanos carentes de sentido crítico y fácilmente manipulables, en contra de lo cual nos manifestamos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de octubre de 2001