Alguien ha llamado 'evangelismo de izquierdas' a ese tipo de argumentación que, ante dilemas cruciales, nunca dice lo que hay que hacer, aunque señala todos los riesgos de no acertar en la respuesta. Lo mismo vale para ETA que para los ataques terroristas a Nueva York y Washington. Ya sabemos que hay que abordar las causas profundas de los problemas y que hay que evitar que la respuesta origine más problemas de los que se pretenden resolver. ¿Pero qué habría que hacer con los responsables de las matanzas del día 11 y sus colaboradores?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de octubre de 2001