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Tribuna:A DEBATE

Más patrimonio,más ingresos

¿Es lógico que una ciudad tenga tres grandes estadios y que cada uno de ellos se utilice sólo 20 o 30 días a lo sumo a lo largo de todo el año? Así sucede, por ejemplo, en Sevilla, donde el Betis y el Sevilla continúan jugando en sus respectivos campos a pesar de la construcción del estadio de La Cartuja, que ha costado 30.000 millones de pesetas al erario público. En Barcelona, el Espanyol actúa en el olímpico de Montjuïc, pero aspira a volver a ser propietario de un estadio, mientras que el Barça disputa sus partidos en el Camp Nou. La rentabilidad de las grandes instalaciones de titularidad pública pasa por la presencia en ellas de equipos de élite, pero éstos a su vez prefieren disponer de sus propios estadios.

Las dos posibilidades tienen ventajas e inconvenientes, pero cada día parece más razonable optar por la propiedad privada de los estadios. Tomemos tres ejemplos significativos: Inglaterra, Italia y Estados Unidos. Los ingleses tienen como prioridad mantener la propiedad de sus terrenos de juego. Ahora que todo el mundo se desvive buscando más atípicos hay que estudiar el uso de sus estadios que hacen estos clubes ingleses y el resultado que consiguen con una adecuada administración de su inmovilizado: campo y en pocos casos terrenos circundantes puesto que en Inglaterra no hay ese espacio en zonas que habitualmente son urbanas. El FC Barcelona, por ejemplo, sí tiene esta extensión de terreno en el Camp Nou del que poder extraer beneficios suplementarios. Hay que pensar en restaurantes, zonas de ocio, recreo y servicios de utilización diaria y no conformarse con abrir las puertas del estadio dos veces al mes. El museo es un ejemplo. Un club modesto como el West Ham convierte sus palcos de pago destinados a VIPS y a empresas, unos 70, en habitaciones de hotel el día que no tienen partido.

En Italia, los equipos de la serie A (Primera División) juegan en terrenos municipales. No es que los prohombres propietarios de los más grandes (Berlusconi, Agnelli, Cragnoti y compañía) no quisieran ser propietarios de sus campos, sino que no hay permisos de construcción y además es una situación enquistada. La necesidad de captación de nuevos ingresos a través de lo que sería la mayor parte de su patrimonio, ha supuesto que la situación se haya replanteado. Se negocian y consiguen contratos de arrendamiento de larga duración con los ayuntamientos. En Milán, por ejemplo, los dos clubes, Milan e Inter, han formado una sociedad que controla y gestiona el Giuseppe Meazza con un contrato comunale por 30 años. Así, los mismos clubes participan del mantenimiento y la mejora de la instalación porque es una importante fuente de ingresos. Es decir, lo ideal sería que el campo fuera de su propiedad.

En Estados Unidos, los campos son de la municipalidad y la ciudadanía se siente dueña de ellos. Pero en la práctica deciden las sociedades, con multimillonarios al frente, que gestionan los clubes y se está llegando ya a una nueva dimensión: el Carolina Park Stadium, por ejemplo, que se denomina estadio Ericson, se ha construido con aportación económica pública y con el dinero de la multinacional de teléfonos móviles. Así las cosas y para la solidez patrimonial, una mayor facilidad de gestión, de administración y de la obtención de beneficios, abogo por la titularidad privada de los campos de fútbol.

José María Ducamp es periodista y redactor jefe de La Veu del Club, del FC Barcelona.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de octubre de 2001