No hay muchos testigos que puedan contar qué sucedió en Kouram, un pequeño pueblo de unos 400 habitantes en el este de Afganistán, a unos 40 kilómetros de Jalalabad, el pasado miércoles por la noche.
Realmente, no hay muchos supervivientes.
'¿Dónde está Osama? Él no está aquí, así que ¿por qué nos han bombardeado?', pregunta un vecino
Una cosa está clara, sin embargo: una colección de casas de barro y corrales de ganado en un área de unos 60 kilómetros alrededor de Jalalabad fueron destruidos por una tormenta de fuego que venía de arriba. Las autoridades talibanes dicen que Kouram fue aplastada por un bombardeo aéreo de la aviación norteamericana y que casi doscientas personas murieron a causa de las bombas. "Les pido a los americanos que no nos maten a nosotros", dijo Husain Jan, uno de los vecinos de esta localidad, que confesó haber perdido cuatro hijos en el bombardeo y que sobrevivió porque abandonó rápidamente su casa en cuanto escuchó el primer ruido de un avión. Las autoridades dicen haber rescatado 160 cuerpos de los escombros.
El régimen talibán decidió hacer una excepción y organizar una expedición de reporteros internacionales a la zona el pasado sábado, todos ellos procedentes de Pakistán y acompañados en todo momento por oficiales talibanes.
La llegada de los visitantes despertó las protestas de los vecinos. Casi cien estudiantes de una cercana escuela islámica asediaron a los reporteros entonando frases como "Abajo América", "Larga vida al islam" y "Estamos preparados para la guerra santa". No era fácil afirmar si la protesta era espontánea o estaba organizada, pero lo que sí estaba claro es que sus sentimientos eran sinceros.
Washington no ha hecho ningún comentario al respecto, aun cuando el Pentágono ha reconocido que al menos una de sus bombas se desvió de su objetivo, pero eso ocurrió cerca de Kabul.
Todos los vecinos que buscaban entre los escombros soltaron sus herramientas y cantaron "Abajo América" a la vista de los visitantes. Un anciano se desprendió de su turbante ceremoniosamente y habló dirigiéndose a los reporteros: "Somos gente pobre, no nos castiguen", dijo, "no tenemos nada que ver con Osama Bin Laden. Somos gente inocente". Los vecinos dijeron que entre 20 y 25 bombas o misiles estallaron en el área en dos oleadas de ataques aéreos.
"He perdido a mis cuatro hijas, a mi mujer y a mi hijo", dijo un hombre aparentemente perturbado, un granjero que se encontraba fuera de casa cuando las bombas estallaron en su domicilio. Sostiene en sus manos un trozo de metralla con la inscripción "bomba teledirigida". Eso era prácticamente cuanto había podido recuperar de los restos de su casa aplastada.
El hedor a muerte envolvía el pueblo.
En las cenizas de una casa, un brazo sobresalía de una pila de ladrillos. Cerca se había recuperado una pierna. Los cadáveres desperdigados de animales (en cuyo número los granjeros afganos suelen medir el bienestar familiar) yacían hinchados por entre las fincas que rodean la localidad, atrayendo verdaderos enjambres de insectos.
Quedaban, sin embargo, algunas preguntas sin respuesta. Los reporteros sólo pudieron ver seis tumbas cavadas en el suelo, que los representantes talibanes dicen que contienen los cuerpos de los niños fallecidos en el ataque. Lo que sucediera con los otros cuerpos que las autoridades dicen haber rescatado de los escombros no está claro.
Se sabe que algunos de los campos de entrenamiento de los terroristas de la red de Bin Laden se habían situado previamente alrededor de Jalalabad, aunque los residentes de Kouram dicen que no quedaba nadie allí ahora. "No hay bases militares en esta ciudad", dijo Gul Mohamad. "¿Dónde está Osama? Él no está aquí, así que ¿por qué nos han bombardeado?".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de octubre de 2001