En total el grupo BBVA se ha desprendido de 3.097 inmuebles hasta septiembre. La mayor cuantía procede de la cartera de adjudicados -de créditos impagados y acumulados a través de embargos-, cuyos activos todavía pendientes de venta se sitúan en 182,9 millones de euros, cantidad que, según García de Ponga, se sitúa en mínimos históricos. El año próximo el valor los activos inmobiliarios adjudicados será de 115 millones de euros, aunque la entidad espera que, a partir de ese momento, aumente la morosidad hipotecaria.
En cuanto a los inmuebles de uso propio, desde la fusión, se han liberado 331.000 metros cuadrados de superficie, 186.000 correspondientes a la red de oficinas bancarias -741 locales, de los que 350 estaban en propiedad y el resto en régimen de alquiler- y 145.000 metros cuadrados a sus servicios centrales. De esa última partida, la que agrupa algunos de los edificios singulares que el banco está dejando de usar, restan por vender unos 80.000 metros cuadrados de oficinas situadas en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y Alicante. En total siete inmuebles cuya venta podría cerrarse de aquí a final de año y proporcionar ingresos al grupo de por valor de unos 45.000 millones de pesetas.
La tercera pata del Área Inmobiliaria proviene de las promociones residenciales, vía por la que BBVA obtuvo hasta septiembre 99,3 millones de euros (16.522 millones de pesetas).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de octubre de 2001