"Hemos decidido estar con la coalición y nuestra cooperación va a durar lo que dure la campaña". El presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf, eliminó ayer cualquier sombra de duda sobre el alcance de su compromiso con EE UU. Tanto Musharraf como su visitante, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, coincidieron en apoyar un Gobierno de base amplia para el Afganistán de después de los talibanes. Por la tarde, Powell viajó a Nueva Delhi y pidió a India y Pakistán que dialoguen sobre Cachemira y no recurran a las armas.
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"Ciertamente, la mayoría de la gente está contra la operación militar en Afganistán", reconoció el presidente paquistaní en la conferencia de prensa que mantuvo junto a Powell. Él mismo dijo compartir el deseo de que "termine cuanto antes". No obstante, quitó importancia a la movilización antinorteamericana que han desatado los bombardeos y se mostró convencido de contar con el respaldo de la mayoría de la población. Las manifestaciones que se vienen sucediendo casi a diario han tenido un seguimiento limitado prácticamente a los extremistas islámicos.
Musharraf salió al paso de quienes temen que, de proseguir los ataques, se amplíe la contestación popular y no pueda mantener su apoyo mucho tiempo más. "Hemos decidido estar en la coalición y nuestra cooperación va a durar lo que dure la campaña", aseguró. "No hay una fecha límite, tengo esperanzas de que la operación sea corta, pero por supuesto eso está vinculado a los objetivos".
"La acción militar no parará hasta que se logren todos sus objetivos", explicó Powell, quien sin embargo, consciente de las dificultades internas de su anfitrión, añadió que esperaba fuera "corta". Powell agradeció la postura de Pakistán y prometió una intensificación de las relaciones bilaterales. Aunque hizo especial hincapié en la ayuda económica, no anunció nuevas medidas. "Vamos a discutir sobre la deuda pendiente y llevo a mis colegas en Washington las sugerencias a este respecto", dijo.
De las palabras de ambos se desprendió también que han acercado posiciones en cuanto a lo que consideran un Gobierno aceptable en Afganistán. "El ex rey Zahir Shah, dirigentes políticos, líderes talibanes moderados, elementos de la Alianza del Norte, jefes tribales, afganos que viven fuera de su país, todos pueden tener un papel en ese Gobierno", manifestó Musharraf, que por primera vez mencionaba de forma explícita a la Alianza del Norte. A cambio, Powell aceptó la presencia de talibanes moderados. "Estamos de acuerdo en que debe de incluir a todos los participantes", declaró.
Musharraf defendió la existencia de esos moderados: "Creo que el extremismo no es inherente a los talibanes", y añadió que "esa palabra define al régimen actual, pero también a un grupo de individuos; si se elimina al régimen, todavía habrá quienes consideren que las enseñanzas, sentimientos y creencias de ese movimiento aún son importantes, y debemos tenerles en consideración en la medida en que quieran participar en el desarrollo del nuevo Afganistán". Powell y Musharraf se negaron a predecir cuánto durarán aún los talibanes en el poder, pero subrayaron que existe una gran presión.
"También coincidimos", afirmó Powell, "en que Cachemira es una cuestión esencial que debe resolverse por medios pacíficos". "Voy a insistir a ambas partes sobre la importancia del diálogo", añadió tras condenar el atentado de hace dos semanas en Srinagar. No mencionó sin embargo el ataque fronterizo perpetrado por India la noche anterior. Tampoco el presidente paquistaní lo hizo. Tanto ese gesto como el que no se anunciara el esperado aumento de la cooperación militar son sin duda un mensaje a India, país al que EE UU trata de convencer de que no ha perdido importancia ante el repentino ascenso de Pakistán.
"He manifestado al secretario Powell que Pakistán desea desarrollar relaciones normales con India y nuestra disposición a que el problema de Cachemira se resuelva de acuerdo con los deseos de su población", aseguró Musharraf.
En Nueva Delhi, Georges Fernandes, que acababa de ser vuelto a nombrar ministro de Defensa, adoptaba un tono mucho más belicoso e insistía en que India va a continuar con "las operaciones de castigo" en la Línea de Control, la demarcación que separa ambos países en la disputada Cachemira desde el alto el fuego de 1972.
[El Congreso de EE UU ratificó ayer el levantamiento de las sanciones económicas a Pakistán impuestas tras el golpe militar de 1999.]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de octubre de 2001