La comisión parlamentaria que investiga el caso Gescartera esclareció ayer un detalle clave en el mecanismo que permitió a Antonio Camacho engañar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en 1999, haciéndole creer que tenía, en una cuenta de La Caixa en Majadahonda (Madrid), 4.000 millones de pesetas que nunca existieron. El dueño de Gescartera basó su montaje en la existencia de tres cheques (reales) de una sociedad llamada Hari 2000, por 3.980 millones, que permitieron a la caja emitir un certificado (real) que, junto con otros (falsos), lograron el milagro. Julio Rodríguez, dueño de Hari 2000, declaró ayer, ante el pasmo de los diputados, que él emitió esos cheques, sin tener fondos, porque Camacho se lo pidió.
Con este engaño, Camacho tapó ante la CNMV el agujero de 4.500 millones de pesetas descubierto por la inspección en abril de 1999. Para ello, convenció a Rodríguez, cuya asesoría fiscal (Hari 2000) dependía casi enteramente del negocio que le proporcionaba Antonio Camacho, de que era el hombre elegido para montar una Sicav (un fondo de inversión) en Luxemburgo. A continuación le entregó tres cheques por 3.980 millones, le pidió que no los ingresase todavía, y para asegurarse de que no hiciera mal uso, le solicitó a cambio otros tres, por el mismo importe, con los que consumó la estafa.
Conseguidos los cheques, Camacho le comunicó a Rodríguez que la Sicav no se iba a constituir, que podía romper los cheques originales, y que él haría lo mismo con los que había recibido como garantía, cosa que nunca hizo.
Rodríguez afirmó ayer que él ignoraba esta trama, cuya puerilidad provocó la irritación de los diputados, que le recordaron que se enfrenta a responsabilidades penales si miente ante la comisión parlamentaria.
Mercè Pigem, diputada de CiU y usualmente instalada en la moderación, perdió la paciencia y le espetó a Rodríguez: "Su declaración no me merece credibilidad". En esa línea, el dueño de Hari 2000 contestó a los diputados mayormente con un galimatías y aseguró que su trabajo se limitaba a ayudar a algunos clientes y empresas de Camacho a pasar inspecciones fiscales, por lo que recibía una iguala de 1,1 millones de pesetas al mes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de octubre de 2001