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CiU y PP salvan de la censura a Pujol tras permanecer mudo en el debate

Los socialistas piden la dimisión del presidente de la Generalitat

El pospujolismo con Jordi Pujol se ha oficializado tras la moción de censura que el líder de la oposición, Pasqual Maragall, presentó esta semana en el Parlamento catalán. Ayer, los votos de Convergència i Unió y el Partido Popular (68) salvaron al Ejecutivo de la reprobación; Esquerra Republicana (12) se abstuvo, y socialistas e Iniciativa-Verds (55) apoyaron la alternativa. Todo según el guión previsto, excepto el papel del presidente de la Generalitat. Un Pujol mudo siguió estoicamente los tres días de sesiones desde el banco del Gobierno.

Todos tenían motivos de celebración. Socialistas y convergentes veían que el rival era el derrotado. Así que poco después de mediodía y desde el bar del Parlamento catalán corrió el cava en dos direcciones. Los diputados del PSC estaban contentos por la resonancia de las sesiones y la altura demostrada por Maragall, erigido ya en alternativa. Desde CiU, el debate había servido, en clave interna, para autodemostrar que tenían líder -el conseller en cap, Artur Mas-, que lo hacía bien y que todo ha funcionado perfectamente cohesionado con los socios democristianos de Josep Antoni Duran Lleida, a quien correspondió cerrar el debate.

Pero ¿y Pujol? El presidente de la Generalitat decidió no intervenir. Era una manera de evidenciar que el pospujolismo funciona sin Pujol. Un primer paso hacia una jubilación anunciada. Así que el presidente de la Generalitat ha aguantado durante tres días una experiencia para él insólita: ser citado y criticado sin dar réplica. Pujol se ha revuelto en su escaño, se ha mesado los cabellos, ha tomado notas. Pero en silencio.

Maragall, al abrirse la sesión de ayer, hurgó en la herida: pidió que Pujol saliera a la palestra. Pero no hubo respuesta. La decisión estaba tomada desde el día anterior: el presidente de la Generalitat no intervendría para que el protagismo recayese en su delfín -Mas- y en su socio, Duran Lleida. Pero Pujol no tenía la seguridad de haber obrado bien. Estaba inquieto y pidió opiniones a sus colaboradores. Aparentemente convencido, recurrió al género que tanto aprecia: la parábola. Y ayer toco béisbol. "El mérito de un buen bateador no es sólo darle el golpe a la bola sino saber que cuando un lanzamiento de pelota no es bueno no debe moverse, así no pierde su movimiento y el contrario, en cambio, pierde la bola".

"Menosprecio"

Los socialistas, por medio del secretario general de su partido, José Montilla, no compartieron el símil y pidieron su dimisión "por el menosprecio" que "le inhabilita para seguir desarrollando su responsabilidad institucional". "Pujol ha dejado de merecer la calificación de estadista y no ha estado a la altura de su trayectoria democrática ni de la dignidad del cargo que ocupa", subrayó Montilla.

El PSC, que el jueves se negó a legitimar a Artur Mas con un debate cuerpo a cuerpo con Maragall, vio ayer como desde CiU se les pagaba con la misma moneda, una actitud sin precedentes en una moción de censura. Incluso el presidente gallego, Manuel Fraga, respondió el pasado mes de enero a la moción de censura que le presentó el líder del Bloque Nacionalista Galego, Xosé Manuel Beiras, a quien el dirigente conservador considera su enemigo acérrimo.

Para los convergentes, la cosa tenía otra lectura. "Valoramos el silencio de Pujol como un gran mensaje de futuro", subrayó Artur Mas, para quien "CiU ha puesto una semilla" para los tiempos venideros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de octubre de 2001