Invocando una situación de emergencia nacional, Canadá ha decidido recurrir a una versión genérica de Cipro, el antibiótico contra el ántrax, saltándose la patente exclusiva de su fabricante, el laboratorio alemán Bayer. Cipro era el único tratamiento utilizado hasta ahora para luchar contra la bacteria, pero el pánico ha disparado los pedidos, las existencias se están agotando y los canadienses no quieren limitarse a un solo proveedor.
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En Estados Unidos se cuentan ocho casos de contagio con ántrax maligno (carbunco), tras los dos de ayer, uno aparecido en un periódico de Nueva York y el otro en una oficina de Correos de Nueva Jersey. El Gobierno norteamericano asegura estar preparado para más ataques bioterroristas.
Canadá no cuenta con ningún infectado, pero las autoridades sanitarias del país han decidido almacenar suficientes dosis de antibióticos como para tratar a 100.000 personas. Ante la urgencia, el Gobierno canadiense decidió el pasado jueves pedir un millón de tabletas a un laboratorio de Toronto, Apotex Inc, que fabrica (a menor coste) una versión genérica de Cipro, pese a que Bayer tiene la exclusiva sobre este medicamento en Norteamérica hasta 2003.
La decisión de Canadá sienta un insólito precedente. Ottawa afirma así que una emergencia sanitaria justifica alterar cualquier acuerdo con las farmacéuticas. Desde Francfort, Bayer protestó por esta iniciativa y anunció que se reuniría con las autoridades canadienses lo antes posible. El laboratorio alemán ha prometido triplicar su producción para satisfacer una demanda que se ha disparado desde la primera y única muerte por ántrax, el pasado 5 de octubre en Florida. El Gobierno norteamericano aseguró que respetará la patente y seguirá con su intención de comprar suficiente Cipro como para tratar a 12 millones de personas durante dos meses.
Ayer se detectó un nuevo caso de ántrax cutáneo en Nueva York, en la sede del periódico sensacionalista New York Post, propiedad del magnate australiano Rupert Murdoch. El contagio también se habría producido al manipular una carta contaminada.
En total, ocho personas han resultado afectadas: cuatro en Nueva York, todas en medios de comunicación; dos en sendas oficinas de Correos de Nueva Jersey -se han localizado los apartados de correos de donde fueron enviadas ambas misivas- y dos (una de ellas mortal) en el grupo de prensa American Media en Boca Ratón (Florida). Ninguna de la treintena de personas que estuvo en contacto con la bacteria en las oficinas del senador demócrata Tom Daschle, en Washington, o del gobernador de Nueva York, George Pataki, ha resultado afectada.
La investigación sigue dando palos de ciego. El responsable de la Oficina para la Seguridad del Territorio Nacional, Tom Ridge, aseguró que el tipo de ántrax de las cartas contaminadas era "indistinguible" y que no había sido "manipulado"; por tanto, no podía ofrecer pistas serias sobre sus autores. "Estamos preparados para nuevos ataques, por eso compramos más antibióticos", dijo.
Ninguna pista fiable avala la teoría de que el millonario saudí Osama Bin Laden pueda ser el responsable de los envíos de cartas infectadas con ántrax, y algunos investigadores están incluso barajando la posibilidad del terrorismo doméstico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de octubre de 2001