He escuchado atentamente el discurso de Maragall y quiero decir que me gustó. No acostumbro escribir a los periódicos, pero ahora vale la pena hacerlo. Se ha acabado una etapa y debe comenzar otra. Se ve claramente. Maragall es un buen futuro. Se nota que quiere a Cataluña, que la lleva dentro. El Gobierno de Cataluña no puede continuar dando al mundo los espectáculos que ofrece continuamente: el Plan Hidrológico, el caso de Les Gavarres, las subvenciones a las escuelas privadas diciendo que sobran recursos, cuando la pública no tiene dónde caerse muerta.
Maragall les dio un buen repaso. Incluso nos enteramos de cosas que no sabíamos. En todas partes pasan cosas como éstas: mis sobrinos, por ejemplo, estudian en barracas. Y ésta no es manera de educar a los jóvenes, parece que estén en los barracones de un campo de concentración. Las cosas tienen que cambiar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de octubre de 2001