Me apuesto la puntita negra de mi uña meñique a que el execrable asunto de las Torres y el Pentágono termina en un enorme oleoducto que, atravesando Afganistán, buscará el mar vía Pakistán. Y perdonen que me ponga tan asquerosamente pragmático en estos momentos de grandes emociones históricas, pero, como escribía el colega, el mundo es ansí; casi todos los ismos empiezan por dólar , y sólo hay que mirar un mapa.
Los españolitos, con un estado corífeo del imperio, ya hemos empezado a pagar parte del de-saguisado. Ahora la pregunta ruín es: ¿recibiremos algún beneficio de la futura riada de petrodólares?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de octubre de 2001