Cuando todo anunciaba una rutinaria repetición de los resultados, llegó la fiesta. Los socialistas estaban tan mal situados en las encuestas que los 17 diputados y el empate con el Bloque Nacionalista Galego supo a gloria en la sede del PSdeG. Sobre todo después de que los primeros sondeos les dieran un bajón hasta los 13 diputados.
A pesar de la alegría final, que hizo descorchar incluso algunas botellas de champán, la reunión de anoche en la sede central de los socialistas gallegos fue sobre todo muy descafeinada. Es precisamente ésa la definición que los socialistas más han utilizado para hablar de estas elecciones. Y de ello culpaban al PP, que, según ellos, ha transformado esta campaña en algo "anodino" para evitar lo que los políticos llaman ambiente de cambio. Los poderes públicos de Galicia han demostrado "escaso entusiasmo" por fomentar la participación, decía anoche Antón Louro, secretario de organización y responsable de la campaña del PSdeG. Pero, desde luego, no eran los escasos militantes socialistas que se acercaron anoche los que contrarrestaban con sus fastos ese "escaso entusiasmo" que teóricamente promovió el PP.
Despliegue en la sede
Ya antes de que se conociera ningún resultado, la decisión de que no sería una velada histórica estaba tomada. Los socialistas tampoco percibían ese ambiente de cambio y no veían a su líder como presidente de la Xunta. O al menos eso se puede deducir de la preparación de la noche electoral. En vez de buscar un hotel y preparar una gran fiesta, como hicieron los otros dos partidos, los socialistas montaron el despliegue en su propia sede.
Las alegrías, con ser notables, tampoco convirtieron la noche en un despropósito. Nadie se había ilusionado demasiado, con lo que tampoco mucha gente fue a la sede, al menos a primera hora. Precisamente por este motivo, el chasco estaba también descartado.
Futuro era la palabra más repetida anoche entre los militantes. Sólo había una apuesta firme de los socialistas, que admitían en privado: repetir al menos los mismos resultados que en 1997. Esto es, 15 diputados, las peores cifras de su historia. Tan mal habían ido las cosas para los socialistas en los últimos cuatro años, que se conformaban con ese chocolate del loro. Y esos 17 indican que cualquier tiempo pasado fue peor.
Por eso empatar con el Bloque era algo que sonaba a gloria, aunque Fraga revalidara su mayoría absoluta. Después de mil batallas internas, Emilio Pérez Touriño difundió durante toda la campaña que la unidad alcanzada recientemente le llevaría a comenzar la recuperación de un partido que no ha hecho más que perder apoyos en los últimos años. Eso, aunque sólo eso, sí que lo logró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de octubre de 2001