Soy una almeriense que estudia en la Universidad de Granada y utilizo frecuentemente el tren para desplazarme de Almería a Granada y viceversa. Por razones de horario, siempre he viajado en el tren Regional Andalucía Express y el motivo de esta comunicación es expresar las numerosas quejas que tengo por el servicio recibido:
Es increíble que en fechas clave, como el pasado puente de El Pilar, no pongan más vagones y los viajeros nos veamos hacinados en el viaje; venden más billetes que asientos hay porque, según un empleado de Renfe, están autorizados para vender billetes de pie, por supuesto al mismo precio que los de asiento, para un viaje que dura casi tres horas (si no hay retrasos). Es denigrante y tercermundista. Pero claro, en Almería no importa esto, nos lo tragamos todo. Además, los billetes no están numerados, por lo que, aunque lo hayas sacado con bastante antelación, nadie te garantiza que vayas a ir sentado. Esto ocurre en la estación de Almería y, a medida que el tren se para en las sucesivas estaciones, sobre todo desde Guadix, el aumento de viajeros hace insostenible la situación: la gente sentada en el suelo o de pie, pegados a sus maletas y otros saltando por encima. Y esto ocurre, aunque no se lo crean, los viernes y el domingo. Sin embargo, el sábado, que viaja mucha menos gente, ¡ponen cuatro vagones! ¡Esto es organización, señores!
El pasado 14 de octubre fue vergonzoso: después de subir al tren, nos hicieron bajar con nuestros respectivos equipajes y en cinco minutos, contados con reloj, lo limpiaron. Después subimos 'en pelotón' y peleándonos por un asiento.
Ante esta situación tan deprimente, me pregunto si en los autobuses no está permitido que los viajeros vayan de pie, por qué sí lo está en el tren. Tal vez porque las compañías de autobuses son privadas y Renfe no lo es. También me pregunto dónde estarán esos fantásticos trenes de alta velocidad que dicen que hasta existen y todo, oiga. Por otro lado nuestros políticos locales solamente parecen estar preocupados por las comunicaciones con Madrid, que son las que ellos utilizan. No creo que estas quejas sirvan para nada, ya que, al parecer, los viajeros almerienses no nos merecemos tener los mismos medios de transporte público que en otros lugares, pero al menos quiero dejar constancia de mi indignación y humillación y animo a todos los usuarios a que hagan lo mismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de octubre de 2001