A cada partido, Carles Rexach monta una delantera nueva, procura mantener la misma defensa, y entre ambas, alinea de forma sistemática a tres futbolistas: Xavi, Cocu y Luis Enrique, imprescindibles con independencia del modelo de juego del equipo. Frente a la falta de estilo, cambiante en ataque según el rival (el tridente no actuó ayer en Lyón), el Barça tiene en Luis Enrique a un referente que juega todos los partidos.El asturiano contagió ayer al equipo su carácter competitivo. Pese a no marcar, estuvo presente en los dos primeros goles de su equipo, rompió por la línea de medios y ocupó con regularidad las bandas. Metido como estuvo en el partido, Luis Enrique se cabreó cuando Rexach le sustituyó precisamente en el primer momento de apuro barcelonista. El jugador rechazó el chándal que se le ofrecía a la salida del campo y esquivó las carantoñas desde el banquillo. Retirado el polivalente jugador, el Barcelona perdió fuelle y consistencia, y dejó a Rexach en evidencia, como viene ocurriendo con frecuencia. El entrenador barcelonista, que mantiene una relación muy fluida con sus jugadores, no acierta con los cambios y el equipo se ve sometido en unos finales angustiosos. La historia se repite una y otra vez sin encontrar remedio.
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Rexach ofreció su argumento sobre las penurias del equipo en la segunda parte. "El principal problema ha sido el bajón físico en la última media hora", señaló. "No tuvimos la posesión de la pelota y fuimos a remolque de los franceses". Se mostró, en cambio, satisfecho con el despliegue táctico de su equipo. Sin embargo, Luis Enrique, en tono irónico, concluyó: "Hemos demostrado que sabemos defender los córners".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de octubre de 2001