Aquel horrible día 11-S temimos lo peor, alguna catástrofe, más atentados, una guerra... Después tuvimos unos días de aparente tranquilidad o esperanza, sin que nada ocurriera, pero desde el primer bombardeo estamos impregnados de dudas y temores; no hacemos más que sentir, pensar o hablar de la guerra.
La guerra de todos nosotros, porque también es nuestra nos guste o no, la queramos o no. Sus resultados nos conciernen y no podemos remediar el llevarla dentro, siempre a cuestas. Desorientados, a ciegas, buscamos inútilmente enterarnos de qué va, de qué nos va a servir y cómo va a acabar.
En cualquier caso tampoco se puede decir, al menos por ahora, que nada de eso altere mucho nuestras vidas que llevamos más o menos bien de acá para allá, en nuestros quehaceres y diversiones. Además, en tiempos de angustias tendemos a distraernos con lo primero que nos llegue, con los motivos más diversos, inverosímiles o maravillosos, pero que tienen la virtud de hacernos sentir vivos.
El jueves pasado, por ejemplo, fui a escuchar a Federico Mayor Zaragoza creyendo que iba a hablar de nuestra guerra, obsesa de mí, y resulta que habló de literatura: La voz a ti debida era el título del discurso. Tras una pequeña decepción escuché atentamente la voz de esa cara de óvalo enérgico, las citas de Garcilaso bajo el pelo rayado hacia atrás, Salvador Espriú desde una boca de tamaño perfecto y color rosado, Pedro Salinas y esos ojos grandes, claros y tiernos... Admiro a ese hombre capaz de hablar de todo y quedar siempre bien.
- Y además lo guapo que es- añadieron varias voces muy humanas.
No es sólo que a las mujeres nos gusten los hombres guapos y listos, como tontas; no es que siempre estemos pendientes del físico del orador; es que en estos momentos de desasosiego, la belleza, la inteligencia, la capacidad de persuasión, la poesía, la seducción e incluso la política, afirman la libertad frente a la fatalidad, el sentido frente a la arbitrariedad y el miedo.
'¿Qué se saca de todo esto?', nos dice Mayor Zaragoza que se preguntaba Garcilaso reflexionando sobre la guerra. Pues siempre hay quien saca algo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de octubre de 2001