La negociación de un acuerdo interconfederal para 2002 supone recuperar un modelo gestado a partir de 1980 por la patronal CEOE y el sindicato UGT, organizaciones que también suscribieron el último, el Acuerdo Económico y Social (AES), en 1984. Comisiones Obreras tan sólo respaldó el del año 1983. Además de contener un compromiso de paz social, su objetivo era contribuir al control de la inflación y al tiempo intentar salvar el mantenimiento del poder adquisitivo de los trabajadores. El aumento salarial era el elemento clave, con una banda en torno a la inflación prevista por la que podían transcurrir las subidas de los sueldos en función de la situación de las empresas.
Si se traslada miméticamente ese modelo a 2002, los sindicatos y la patronal recomendarán a sus afiliados un incremento en torno al 2%. Una banda hipotética puede ir del 1,5% al 2,5%, con la posibilidad de aplicar una cláusula de descuelgue en las empresas con dificultades económicas.
Los acuerdos interconfederales han tenido tradicionalmente otros contenidos sobre jornada, contratación, movilidad o flexibilidad interna, además de los meramentes salariales.
Si el Gobierno respalda ahora ese tipo de pactos, es que opta por un viejo modelo, de efectos comprobados en moderación salarial, y renuncia a nuevos experimentos, de resultado incierto. El cambio de la norma y de las reglas de juego de la negociación colectiva responde a un diseño de laboratorio inspirado por los gabinetes de estudios económicos y recomendado por los expertos del Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo al Gobierno español como un paso en la liberalización de los mercados.
Pero la reforma de 'la concurrencia' y de 'la negociación en cascada' o 'la eliminación de la ultraactividad' son términos endiablados para el empresario y el representante del trabajador que negocia un convenio. Para lograr la moderación de salarios, la vía del acuerdo interconfederal es más directa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de octubre de 2001