¿Se puede hacer compatible la estrategia bancaria con la ética y la responsabilidad social? ¿Es posible poner la banca al servicio de quienes necesitan crédito y no disponen de avales convencionales? No sólo es factible, sino que la experiencia ya existe en Holanda, Italia y Estados Unidos. Y ahora le toca a Cataluña. Así lo defienden los responsables de 46 ONG, entidades sociales e incluso empresarios que apoyan el primer proyecto para poner en marcha un banco ético catalán, una iniciativa que debería contar con un capital fundacional de 3.500 millones de pesetas (unos 21 millones de euros).
Un banco ético es una entidad con dos objetivos primordiales: financiar actividades económicas que generen un rédito social positivo y obtener beneficios económicos. Para un banco ético, obtener beneficios es indispensable, pero no suficiente. Es imprescindible que estas ganancias se consigan siguiendo una serie de criterios éticos básicos -por ejemplo, no invertir en armamento- y financiando actividades de interés social.
Los impulsores del primer banco ético catalán se agrupan en la asociación Financiamiento Ético y Solidario (Fets). Forman parte de ella las entidades Intermón, Cáritas, Comisiones Obreras y la Confederación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña, entre otras. Los responsables de estas asociaciones consideran que los bancos y las cajas convencionales han desvirtuado su actividad de intermediación y han ido a la búsqueda de beneficios a cualquier coste.
Hasta ahora, el fenómeno de la banca ética no había llegado a Cataluña debido a la existencia de las cajas de ahorro, que tradicionalmente han destinado parte de sus beneficios a la obra social. Pero el panorama ha cambiado. Arcadi Oliveres, presidente honorario de Fets, considera que las cajas de ahorro, a pesar de no tener que rendir cuentas ante unos accionistas, 'ya no hacen obras sociales, sino fiestas artístico-recreativas'.
El otro gran problema de las entidades financieras convencionales es la gran cantidad de garantías que piden a los beneficiarios de un crédito. 'Los marginados nunca tendrán un crédito en estos bancos', lamenta Arcadi Oliveres.
El movimiento de la banca ética es originario de los países anglosajones, pero en los últimos años se ha extendido por toda Europa. En Italia ha arraigado profundamente y ya existe un banco de estas características, con un capital inicial de 1.666 millones de pesetas y cerca de 15.000 socios. El dinero de sus depositarios se invierte básicamente en conceder microcréditos para desarrollar pequeños negocios. La única garantía que piden es que el proyecto que se piense desarrollar esté bien estudiado y sea viable. La experiencia de los últimos años demuestra que el número de créditos no devueltos es mínimo, por lo que los impulsores de estos bancos no dudan de su viabilidad. 'Eso sí, sus gestores tienen que ser expertos en banca', consideran sus impulsores.
'Los bancos éticos pueden existir', asegura Oriol Alsina, coordinador del libro Banca ética, presentado esta semana en Barcelona. Según la legislación española, cualquier banco debe contar con un capital social mínimo de 3.500 millones. Los responsables de Fets creen que podrán conseguirlos, aunque sus responsables afirman que es una 'campaña a largo plazo'. Según Joaquim Sabater, presidente de Fets y gerente de Cáritas, 'lo más importante ahora es sensibilizar a la gente'.
Pero la asociación no renuncia a ir sumando aportaciones y entidades colaboradoras. Sabater explica: 'Todo comenzó hace tres años con sólo 10 entidades y ahora ya somos 46'. 'No es un proyecto de izquierdas ni de derechas', repiten sus promotores, quienes recuerdan que el banco ético de Italia agrupa desde sindicatos hasta boy scouts.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de octubre de 2001