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REPORTAJE

Beit Rima entierra a sus muertos

Los tanques israelíes se retiran de este pueblo cisjordano tras 24 horas de asedio con muertos, heridos y desaparecidos

Los tanques se han retirado de Beit Rima. Ayer, en medio del dolor y el silencio, los responsables palestinos trataban de establecer el número exacto de víctimas provocadas por un asedio que duró 24 horas; las cifras son contradictorias. En cualquier caso, la indignación provocada por esta ofensiva y las presiones de la comunidad internacional parecen haber hecho mella en el Gobierno del primer ministro israelí, Ariel Sharon, que estudia la posibilidad de un repliegue escalonado de las otras ciudades ocupadas hace una semana.

"Nadie sabe con exactitud cuánta gente ha muerto en el ataque israelí a Beit Rima", aseguraba ayer en pleno centro de la población el diputado Abdul Jawad Saleh, de 67 años, mientras intentaba hacer un balance aproximado de los daños y las víctimas ocasionadas. Saleh ha dejado apuntadas con letra pequeña en su cuaderno de notas las primeras cifras oficiales. Número de cadáveres: cinco, que corresponden a los cuerpos que el Ejército entregó a las fuerzas de seguridad palestinas al finalizar la operación. Entre interrogaciones ha escrito el nombre de otro muerto, que nadie sabe dónde se encuentra.

A renglón seguido, con letra igualmente clara, especifica un número indeterminado de desaparecidos, algunos de los cuales podrían haber sido víctimas de las represalias israelíes, pero que nadie descarta que sean heridos, detenidos o simplemente huidos.

"La confusión es total. Tardaremos mucho tiempo en conocer no sólo los muertos, sino lo sucedido en Beit Rima", señala el diputado, disponiéndose a continuar sus pesquisas. En su misión le acompaña un séquito informal de vecinos ojerosos y sin afeitar, niños descalzos y curiosos obcecados.

El diputado no ha pasado por alto en su contabilidad las tres casas destruidas: dos incendiadas, pertenecientes o otros tantos vecinos que se encontraban fuera de la población, presumiblemente en Ramala, y una tercera que fue científicamente dinamitada por un destacamento de ingenieros del Ejercito, en castigo por haber sido la vivienda familiar de un militante de Hamás autor de un atentado a una pizzería en Jerusalén en agosto.

Mas allá de las verdades oficiales, los vecinos de Beit Rima han reconstruido en su imaginación una larga historia, que se inició mientras dormían a las dos de la madrugada. Un millar de hombres de infantería de la brigada Nahal, apoyados por tanques del cuartel cercano de Halamish y protegidos por helicópteros Apache, entraron en el centro de la población. Mucho antes, de manera encubierta, lo habían hecho los mustabarim -soldados disfrazados de árabes- y los miembros de las brigadas especiales con una única misión: cerrar las salidas del pueblo."Fueron cayendo en las calles, en los olivares o en la carretera, a medida que intentaban abandonar el pueblo", afirma Yussef Ahmed el Alaui, de 56 años, funcionario del Departamento de Tierras del Gobierno palestino, vecino de Beit Rima. Los cuerpos de las víctimas permanecieron durante horas en el suelo sin que nadie pudiera acercarse a ellos. Las tropas israelíes impidieron el acceso de los médicos y las ambulancias. Sólo al final de la operación militar pudieron entrar en la población los servicios de la Media Luna Roja.

"Beit Rima puede ser una señal de alerta para que la comunidad internacional se dé cuenta de lo que está pasando en los territorios palestinos, pero también puede ser un modelo de operación militar a imitar por el Ejército israelí", sentenciaba el doctor Marwan Bargouti, de 47 años, militante de los derechos humanos, responsable de una organización sanitaria no gubernamental. Ayer, su misión consistía en devolver cada uno de los muertos a sus familiares.

El odio inundó ayer el cementerio de Beit Rima. Mientras los cuerpos de las víctimas eran sepultados en la tierra pedregosa y la multitud empezaba a rezar la oración fúnebre de la fatiha, con las palmas de las manos abiertas y mirando hacia el cielo, se escuchó con claridad un grito de ira: "Bin Laden, ataca Tel Aviv".

[Poco después, un polícía palestino de 24 años murió por disparos de tanques israelíes en un campo de refugiados de Belén, informa France Press.]

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de octubre de 2001