Desde que oí la noticia de que el IRA irlandés destruía sus armas supe que se alzarían aquí voces para explicar que son 'problemas distintos'. Ya están. Se mezclan con las que dicen que ETA debe antes romper las suyas, como si aquí hubiera algún proceso de paz. La diferencia que veo es esencial, pero sólo para mí y algún otro: los irlandeses católicos tienen una razón antigua, están colonizados, hambrientos, convertidos en una mayoría aplastada, y con otro terrorismo paralelo frente al suyo, y a los vascos no les pasa eso, aparte de unos cuantos mitos y una negación de las realidades objetivas. Lo que se parece es que hay unos crímenes frente a un gobierno central y la población de un país.
Estas voces negativas son las que esgrimieron otra fraseología anterior, la de la 'tregua trampa', por ejemplo, o 'falsa', y desperdiciaron un momento quizá posible, puede que imposible, porque 'no se cede ante el chantaje' o 'no se habla con el asesino'. Sin embargo, siempre se negocia con el enemigo, y hasta Estados Unidos intentó que los talibanes entregaran a Bin Laden para evitar su represalia, y aún creo que mantienen la oferta. Aun así es más clara la situación de no querer hablar con el enemigo, y hasta no considerarle enemigo sino delincuente, que disfrazar la realidad de una tregua larga frente a la opinión pública, o desplazar la culpabilidad contra Arzalluz o el obispo Setién y montar unas elecciones imposibles que terminaron muy mal; y mal sigue ese Parlamento. Algo peor: se está hablando a medias palabras, o insinuando por personas con capacidad para ello, de una colaboración del Ejército con la Policía, y se está engañando a España con la idea de que la internacionalización del terrorismo español al tiempo que el musulmán puede ser definitivo. Todo lo que ayude es valioso; pero temo que no sea definitivo.
Puede que las últimas operaciones policiacas y la capacidad de destrucción de ese enemigo ilegal que mata por ideas y por soluciones imposibles animen también a creer que se puede ganar. Se habría ganado muchos años atrás, y salvado vidas, y se habría evitado la larga tortura de los miles de personas amenazadas si se hubiera tratado a tiempo con los fanáticos. No creo que esa esperanza se deba perder, aunque pacten contra ella los dos grandes partidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de octubre de 2001