El día 24 de octubre, los grupos parlamentarios de CiU y el PP rechazaron el estudio de la ampliación de las líneas 1, 3, y 5 del metro. Dicha ampliación supondría su llegada a las poblaciones de Esplugues, Sant Feliu y Sant Joan Despí, municipios suficientemente comunicados, a juicio de dichos partidos, con la integración tarifaria y el futuro Trambaix, bálsamo de todos nuestros males.
Formo parte de la plantilla de una empresa radicada en la frontera de los municipios de Sant Just Desvern y Sant Joan Despí, a pie de una carretera nacional y en un centro comercial, figura ésta última que se ha convertido en el tótem sagrado de toda población del extrarradio barcelonés.
Paso a desglosar el tiempo utilizado por cada empleado para desplazarse al centro de trabajo desde sus domicilios (ida) y del trabajo a sus casas (vuelta), en condiciones normales, sin añadir retrasos en el transporte público y posibles colapsos circulatorios:
1. Desde l'Esquerra de l'Eixample (8,5 km), en coche. Ida: 40 minutos; vuelta: una hora.
2. Desde la plaza de la Universitat (10 km), en autobús. Ida: 55 minutos; vuelta: 1 hora y 15 minutos.
3. Desde la Zona Gavarra, Cornellà (4 km), en autobús. Ida: 45 minutos; vuelta: 45 minutos.
4. Desde Zona Franca (6 km), en coche. Ida: 50 minutos; vuelta: una hora.
5. Desde Sant Gervasi (5 km), en autobús. Ida: 50 minutos; vuelta: 55 minutos.
6. Desde Les Corts (5 km), en autobús. Ida: 45 minutos; vuelta: una hora.
7. Desde Sant Andreu, en tren y autobús. Ida: 1 hora 25 minutos; vuelta: 1 hora 45 minutos.
A la vista de estos tiempos, huelga decir que la clarividencia de sus señorías en el análisis de las necesidades de transporte público del área metropolitana ha enardecido los ánimos.
Por último, me permito formular una propuesta, irónica, para solucionar el nuevo fenómeno de descentralización del mercado laboral: la creación del carril peatonal, espacio por el cual los ciudanos condenados a abandonar la ciudad para trabajar, podamos desplazarnos caminando hasta nuestros puestos de trabajo. Insto al Gobierno a regular esta nueva figura estipulando, si es necesario, el tipo de calzado y vestimenta reflectante necesarios para no incomodar al transporte privado que con tanto ardor defienden.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de octubre de 2001