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CARTAS AL DIRECTOR

Cádiz, devastada

Arcos de la Frontera, Cádiz

De siempre he escuchado, con manifiesto deleite, maravillas acerca de la provincia de Cádiz: sobre su gente amable y hospitalaria, de humor espontáneo y genial picaresca; que es una provincia agraciada por la diversidad natural de parques, bosques, montañas, mar y océano; una historia milenaria y cuna donde convivieron grandes y muy distintas civilizaciones, etcétera. Y, sin embargo, la provincia se enfrenta en la actualidad, si los ciudadanos no hacemos nada por remediarlo, al principio de la que quizá sea la época más devastadora de su historia. No es exagerado decirlo así si hacemos recuento de todos esos intereses completamente ajenos a nosotros, los gaditanos, que ponen tan evidentemente en peligro nuestra calidad de vida: por una parte, la base militar de Rota, que, junto con la colonia británica, Gibraltar, constituyen un objetivo bélico innegable en estos momentos de tensión internacional.

Además, hemos sufrido ya el peligro y la vergüenza de tener un submarino nuclear 'averiado' durante meses en nuestras aguas. Y ahora se ha abierto la veda a las grandes multinacionales para que 'minen' la provincia de centrales térmicas (sí: contaminantes, aunque muchos se quieran convencer de lo contrario). Ni más ni menos que siete de las 11 centrales proyectadas para Andalucía se pretende construirlas en suelo gaditano. Con ellas, la pompa de la palabra 'progreso' a toda costa ha llegado a una provincia deprimida desde el punto de vista del índice de paro, y es por ello por lo que debemos tragarnos todo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de octubre de 2001