Las mujeres maltratadas tienen la solidaridad de todas las mujeres. Algunas están empezando a atreverse a denunciar su situación, y el hacerlo es una heroicidad, porque a más de una el hacerlo le ha costado, después del largo tiempo de tortura, la vida. Algunos hombres están dispuestos a ir de la mano de las mujeres para sacar a las maltratadas de su dolorosa situación y aislar socialmente a los maltratadores. Cuando se conoce un caso de maltrato hay que hacerlo público, para que todas y todos defiendan a la mujer que lo sufre, se solidaricen y la salven, porque haciendo de todos el problema, la maltratada puede salir de lo que agrava doblemente su situación: el silencio y la soledad. Desde el poder, las mujeres que lo tienen, vienen trabajando por conseguir que el maltrato en el hogar salga de ese ámbito para hacer de él un problema público, y encontrar la forma pública de acabar con él.
Estos días se ha conocido la denuncia contra el alcalde de Salteras, del PSOE, por presunto maltrato a su mujer, acogida en una casa del Instituto Andaluz de la Mujer, cuya directora, Teresa Jiménez, tuvo que salir al paso de una declaración de la agrupación provincial del PSOE de Sevilla que consideraba el maltrato como un asunto de 'la esfera privada de las personas'. En el Instituto de la Mujer esa consideración por parte de sus compañeros de partido cayó como una bomba porque se cargaba de un plumazo todo el esfuerzo de las mujeres por convencer a los hombres de la necesidad de poner en marcha políticas de protección y ayuda a las maltratadas. Verdaderamente resulta inquietante comprobar que hombres a los que se les supone dispuestos por su compromiso como políticos a defender todas las causas justas, descompongan la esperanza de semejante manera. El presidente Chaves se vio obligado a asegurar que su partido no tolerará a nadie que haya maltratado, negando la consideración de 'asunto privado' al maltrato. Y, sin embargo, queda una cierta sensación de desolación ante la primera reacción de quienes tienen la obligación de tener claras cosas que son fundamentales y de fe democrática principal. La reacción del PSOE de Sevilla hizo carne la soledad de las mujeres maltratadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de octubre de 2001