Primero saltaron unas chispas del motor, luego se sintió un desesperante olor a quemado, mientras el pasaje se miraba con gesto de intranquilidad, de no saber qué pasa, de miedo apenas disimulado mientras la ansiedad se reflejaba en alguno de los rostros. No hubo gritos, ni histeria, pero la expedición madridista se llevó ayer un susto de muerte. Una avería en el motor del avión que trasladaba al equipo, a los periodistas y a los pocos seguidores que hasta allí fueron desde Moscú a Madrid obligó al comandante del avión a regresar con urgencia a la capital rusa, donde el equipo pernoctó en la noche de ayer.
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A las once y cuarto de la noche, hora española, el avión despegó del aeropuerto de Moscú. Poco después, apenas un cuarto de hora después, el motor izquierdo del aparato comenzó a arrojar chispas. De inmediato, se sintió olor a quemado, mientras en la cabina se mezcaban las caras de susto, las miradas que iban y venían como esperando que alguien diera una explicación a aquello. El susto se multiplicó cuando quienes más cerca estaban de la zona izquierda del avión señalaron que el motor se había parado definitivamente.
"Hay una avería en uno de los motores del avión, lo que nos obliga a regresar a Moscú", dijo el comandante del vuelo, intentando tranquilizar al pasaje. Lo cierto, según explicó ya en tierra una azafata, es que segundos después del despegue, en la cabina se oyó un fuerte ruido e inmediatamente el piloto se dio cuenta de que uno o varios pájaros había impactado contra el motor izquierdo. Llamó entonces el piloto a una azafata y la informó de lo que ocurría. Al no poder abortar el despegue, siguió subiendo y paró el motor izquierdo. Luego descargó todo el combustible, mientras daba vueltas, e inició la maniobra de de aterrizaje, mientras entre los pasajeros, que ignoraban lo ocurrido, se mezcaban la confusión y el silencio. Algo más de un cuarto de hora duró la que parecía inacabable maniobra de aproximación y aterrizaje, que se hizo sin mayores problemas.
Mientras jugadores y acompañantes abandonaban el aparato, los bomberos y el personal del aeropuerto revisaban el avión, mientras los jugadores subían al autobús que les trasladaría desde el avión hasta las instalaciones del aeropuerto. En ese momento, Iván Helguera, que fue el primero que bajó, y lo hizo a toda velocidad del avión, y del que es conocida su fobia a los vuelos, repetía con el gesto demudado: "Ya lo pueden arreglar que yo no pienso subirme en ese avión de ninguna manera. Antes me pago yo uno".
Ya en el autobús, cuando la tensión fue cediendo, se oyó la voz de un periodista que, irónico y en voz alta, preguntó si lo ocurrido podría ser una ventaja para el Barça de cara al partido del próximo domingo, ocurrencia a la que de inmediato respondió, también en voz alta, Jorge Valdano: "Tras lo que he vivido me doy cuenta de que aquello que dije sobre el miedo escénico es la mayor tontería que he dicho en mi vida".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de octubre de 2001