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Un estudio presentado en Córdoba revela que se puede aliviar el dolor en el 90% de los enfermos de cáncer

Es perfectamente posible controlar el dolor de los enfermos de cáncer: el 90% de los pacientes tratados con parches de fentanilo se alivia, con lo que su calidad de vida mejora. Ésta es la conclusión básica de un estudio en el que han participado 100 médicos y 440 pacientes de 30 hospitales españoles, y cuyos resultados preliminares se presentaron ayer en el Hospital Reina Sofía de Córdoba.

El proyecto, llamado Algos (dolor en griego), se puso en marcha en febrero. Hasta ahora ha demostrado que un fármaco de la familia de la morfina, el fentanilo, consigue excelentes resultados cuando se administra a través de la piel. 'En Andalucía se dan cada año 23.000 nuevos casos de cáncer, y entre el 65% y el 90% de los pacientes sufre en algún momento un dolor moderado o severo', señaló José Andrés Moreno, jefe del servicio de Oncología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Moreno añadió que hasta hace poco no se usaban todas las armas terapéuticas disponibles y la mayoría de los enfermos recibían menos tratamiento del necesario 'en algo tan importante como el dolor'.

En el proyecto Algos se plantea la necesidad de concienciar a todos los implicados (pacientes, familiares, médicos, farmacéuticos) de que hay que abandonar los prejuicios y luchar contra el dolor desde el primer momento: nadie se beneficia del sufrimiento.

Según explicó Enrique Aranda, jefe del servicio de Oncología del Hospital Reina Sofía de Córdoba, la Organización Mundial de la Salud defiende un sistema según el cual un enfermo no recibe un analgésico fuerte hasta que no se prueba que otros más suaves no surten efecto; los autores de esta investigación proponen dejar atrás esta idea y propugnan que el fentanilo comience a usarse desde que aparezca el dolor.

La administración a través de la piel es ventajosa, afirmaron los médicos: se evitan pastillas e inyecciones y el mismo paciente se cambia el parche, de fácil manejo, cada tres días. El fármaco va liberándose lenta y constantemente, en la dosis más adecuada para cada enfermo. Además, los efectos secundarios de estos medicamentos, los mórficos, que van de las náuseas y el estreñimiento a la somnolencia o las alucinaciones, se reducen.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de noviembre de 2001