Me permito escribir esta carta en nombre de toda mi familia, al objeto de hacer público nuestro agradecimiento a todo el hospital de San Juan de Dios de Sevilla, en especial a todo el personal de la primera planta.
Por desgracia para nosotros, hemos tenido que vivir el ingreso de un familiar en fase terminal. Está situación, así descrita, resulta simplemente insoportable. Es duro, no es justo, pero es inevitable.
Tras el desenlace, y con un poco de perspectiva, no podemos olvidar todo lo que ese personal, desde el médico, doctor Núñez a la hermana Pilar, así como todo el personal de servicio, han hecho por nuestro padre y por nosotros. Además de destacar su cariño y buen trato, debemos destacar su profesionalidad, ya que, dentro de una planta de enfermos de esas características, deberíamos desear que todos los trabajadores gozaran del carácter, ánimo, caridad y amor de los que gozan ellos.
No podemos describir el cariño y apoyo recibido, sólo queremos hacer público el bien hacer y la labor desarrollada en este hospital, que ya que es inevitable pasar por ahí, su humanidad tanto con el enfermo como con sus familiares ayudan a soportar ese trance.
Sabemos que seguirán apoyando a todos los enfermos y familiares que se encuentren en esta situación. Nosotros, una vez concluida nuestra etapa, sólo nos queda demostrar nuestro más sincero agradecimiento a todo el hospital.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de noviembre de 2001