La similitud es mortal. Los paquetes de comida de emergencia lanzados por EE UU sobre Afganistán son amarillos. Amarillas son algunas de las bolas explosivas que libera una bomba de racimo al ser lanzada. "Nuestra experiencia en Kosovo nos demostró que para los niños y los jóvenes las bolas explosivas, la submunición que expanden las bombas de racimo, son muy atractivas por su color. Mucha gente en Afganistán no notará la diferencia entre la ayuda aérea y la perniciosa munición lanzada por EE UU", asegura un experto en desminado de la ONU.
Es tal el peligro para la población civil que el Grupo de Operaciones Psicológicas de EE UU está retransmitiendo mensajes a través de la radio advirtiendo a los afganos de que el único parecido entre ambos objetos es el color, según informa la BBC. "No deseamos que ningún inocente confunda las bombas con las bolsas de comida y se las lleve pensando que contiene alimentos", dice la misma fuente.
El Pentágono considera una coincidencia "desafortunada" que las bombas de racimo y las raciones alimentarias sean del mismo color. "Hemos mostrado imágenes y explicado con el lenguaje adecuado por qué no hay que tocar unas y por qué sí deben aproximarse a las otras. Esperemos que eso ayude", intentó disculparse Richard Myers, jefe del Estado Mayor norteamericano en una rueda de prensa.
Barren la superficie
Myers reconoció el uso de estos artefactos mortíferos: "Sí, hemos usado bombas de racimo. No han sido muchas pero han sido algunas". Esos dispositivos están diseñados específicamente para matar a personas, ya que antes de tocar suelo liberan cientos de pequeñas bombas de gran potencia que barren la superficie del lugar donde caen.
EE UU comenzó su campaña aérea contra Afganistán el 7 de octubre. Mientras el Pentágono se mostraba reticente a hablar sobre las armas que se utilizarían en la Operación Libertad Duradera, fuentes militares aseguraron a la organización Human Rights Watch que antes o después se usarían bombas de racimo. Durante la primera semana de campaña aérea se cree que los bombarderos B-1 de la fuerza aérea norteamericana lanzaron 50 bombas de racimo BU-87 en cinco misiones. Tras esa primera semana, el uso de las bombas de racimo ha sido continuo y se cree que otros aviones se han unido a la misión de los B-1 lanzando este tipo de bombas sobre objetivos fijos y móviles.
Los grupos de defensa de los derechos humanos y de control de armas quieren que se prohíban estas bombas porque consideran que provocan un daño indiscriminado. Amnistía Internacional pide a EE UU que suspenda el uso de esos artefactos. "Las bombas de racimo presentan un elevado riesgo de violar la prohibición de ataques indiscriminados ya que liberan numerosas bombas que se extienden por un área muy amplia, equivalente a un campo de fútbol. Al menos el 5% de ellas no estalla con el impacto, convirtiéndose de hecho en minas antipersona; son una amenaza continua para las personas que entran en contacto con ellas, incluidos los civiles que se desplazan por la zona", asegura la organización internacional de defensa de los derechos humanos. Si continuan utilizándose bombas de racimo, la población civil no sólo sufrirá ahora sino durante los años venideros.
La semana pasada, la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, manifestaba que este tipo de bombas "deberían estar prohibidas". Su uso indiscriminado constituye una "vergüenza humana" y un "error político", denunció Fontaine en Bruselas. A su vez, Cruz Roja recordaba que más de 20 años de guerra han hecho de Afganistán uno de los países más minados del mundo. "La presencia de munición sin explotar, como resultado del lanzamiento de bombas de racimo, tiene consecuencias dramáticas para la población civil tanto durante como mucho tiempo después del conflicto", hace constar la organización. "Impiden el retorno de los desplazados, las operaciones de ayuda humanitaria y el proceso de reconstrucción", puntualiza la organización.
Pero, además de controversia, estas bombas causan muertes. Lanzadas desde el aire, las bombas de racimo consisten en un cartucho con una gran cantidad de submuniciones o bolas explosivas. Los objetivos pueden ser soldados, vehículos o tanques. Algunas permanecen sobre el terreno sin explotar, y tiempo después se detonan como pequeñas minas. Se convierten entonces en un enemigo dormido que puede despertar en cualquier momento. Con el tamaño de una lata de refresco y su atractivo color amarillo los más pequeños las recogen creyendo que se trata de un juguete.
Las más mortíferas
Los datos sobre las víctimas recogidos por el Comité Internacional de la Cruz Roja durante el año siguiente al conflicto en Kosovo revelan que las bombas de racimo son, junto con las minas antipersona, la principal causa de muertes y heridas relacionadas con minas en Kosovo.
La experiencia enseña que, mientras los civiles tienen un gran respeto por las minas y evitan las zonas minadas cuando es posible, tienden a soslayar o subestimar la amenaza de las submuniciones de las bombas de racimo, que puede acarrear más víctimas aún. Esto se debe quizás al hecho de que las submuniciones son consideradas "municiones defectuosas" y no una verdadera amenaza.
Pese a todo, los militares estiman que son bombas muy "objetivas" para mantener una determinada área "limpia" de tropas o vehículos enemigos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de noviembre de 2001