La noticia de un nuevo fallecimiento, y van..., de un alumno por aplastamiento de una portería de fútbol sala me causa hondo pesar e indignación.
Soy profesor de educación física y varias veces me he dirigido al Ayuntamiento de mi localidad para pedir que pongan anclajes a toda portería deportiva en colegios e instalaciones municipales. Ni caso, incluso algún comentario burlón de algún munícipe sobre mi alarmismo.
¿Cuántos muertos más necesitamos para tomar conciencia de este peligro?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de noviembre de 2001