En 1971 nacía en Estados Unidos el primer fondo de inversión ético, llamado Pax World Fund, que no invertía el dinero de sus partícipes en empresas estadounidenses dedicadas al mantenimiento militar de la guerra de Vietnam. Ahora, en pleno proceso bélico, los fondos éticos, solidarios o que persiguen fines ecológicos vuelven a cobrar protagonismo entre aquellos ahorradores que buscan dar un toque moral a sus inversiones.
En los fondos solidarios, el ahorrador puede elegir la entidad benéfica u ONG a la que la gestora del fondo destina su dinero. Un dinero que resulta de donar parte de la comisión de gestión que anualmente cobran las gestoras a los inversores en fondos. En los que son simplemente éticos o ecologistas se busca invertir en empresas cuya actividad no vaya en contra de los derechos humanos, que no perjudique el medio ambiente o que potencie las actividades de mejora del entorno. Estos fondos mueven en España casi 18.000 millones de pesetas, después de iniciar su andadura en abril de 1999.
A la hora de diversificar el patrimonio, otra alternativa que se le presenta al inversor en fondos, ya sin estas connotaciones morales o altruistas, es la de los fondos de inversión que colocan su dinero en los mercados de materias primas, principalmente del oro y del petróleo.
Alguno de estos fondos ha alcanzado rentabilidades superiores al 30% en los últimos doce meses, frente al descalabro experimentado por las bolsas. Esta clase de fondos no colocan su patrimonio de forma directa en gas, petróleo, metales básicos o preciosos, ya que éstos se negocian a futuro y no al contado. De ahí que los gestores, para dar un sesgo relacionado con este sector, lo que hacen es colocar el patrimonio en empresas explotadoras, extractoras o comercializadoras de estas materias primas.
En el mercado español no existe una gran variedad de opciones para invertir y es necesario acudir a gestoras extranjeras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de noviembre de 2001