Estoy absolutamente indignada después de ver cómo en pocas horas los parlamentarios del PP, con su ministra Pilar del Castillo a la cabeza, han cercenado la posibilidad de ser profesor universitario a muchos jóvenes (es lacerante la expulsión de las universidades del profesorado en formación después de haber invertido mucho tiempo y dinero público en formarlo) y la posibilidad de continuar en su carrera universitaria a otros tantos que ya no somos tan jóvenes. Empecé en esto de la universidad siendo becaria del MEC, condición a la que, por cierto, se accedía y se accede hoy con un brillante expediente académico. Después he pasado por todas las figuras contractuales en precario mientras realizaba mi tesis doctoral (incluida una de asociado tipo cuarto en la que no se reconocía la prestación en exclusiva para la universidad, aun cuando estaba trabajando en exclusiva para ella, ficciones a las que, por lo demás, estamos bien habituados en el ámbito universitario).
He realizado estancias en universidades extranjeras y en las españolas, ya que, desmintiendo la acusación absurda de endogamia que pesa sobre todos nosotros, la universidad en la que ahora me encuentro es mi tercera universidad. Hoy soy profesora numeraria (funcionaria, para los que no entiendan la terminología universitaria), pero estaba próxima la posibilidad de acceder a una nueva plaza de profesora numeraria, digámoslo así, de categoría superior. Posibilidad, obviamente, que queda cercenada porque los parlamentarios del PP, y -repito- su ministra Pilar del Castillo a la cabeza, han decidido en pocas horas acabar con el régimen de transitoriedad de la Ley Orgánica de Universidades; es decir, paralizar de raíz, y no se sabe por cuánto tiempo, el desarrollo de mi carrera universitaria.
Con todo, lo malo no es mi situación personal, sino que en mi misma situación hay muchos otros profesores; que somos, en efecto, muchos los que llevamos muchos años trabajando para llegar a ser un buen profesor universitario y no podremos hacerlo en los términos que teníamos previstos porque una ministra altiva y su grupo parlamentario del PP han decidido que de universidad sólo saben ellos y, en buena lógica autoritaria, sólo ellos deciden cómo debe ser, al margen y aun en contra de la comunidad universitaria. Y es que debe ser que a la ministra Pilar del Castillo y a otros tantos como ella que integran el grupo parlamentario del PP les debe haber sido muy fácil y endomágico hacer carrera universitaria y, claro, piensa el ladrón que todos son de su condición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de noviembre de 2001