El pasado día 13, EL PAÍS publicó una carta al director de don Francisco Navarro en la que este señor, con razonable asombro, se pregunta cómo es posible que se precise autorización de tres quintos del Congreso de los Diputados para nombrar a los miembros del Tribunal Constitucional, en tanto que una simple decisión del Gobierno, sin pasar por el Parlamento, ha servido para que el señor Aznar se vea autorizado para enviar, cualquier día de éstos, tropas españolas a esta especie de guerra mundial contra el terrorismo y, de paso y por ahora, contra Afganistán en que andan los yanquis. Pues, señor Navarro, creo que es todavía peor. Como usted quizá ya sabe, este tan gravísimo asunto de declarar la guerra corresponde sólo al Rey, y, vaya por Dios, 'previa autorización de las Cortes Generales', según la literalidad del artículo 63.3 de la Constitución; ni de aquél ni de éstas hemos recibido el recado para que nos vayamos poniendo las pilas. O sea, que uno no entiende nada..., ¿o sí?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de noviembre de 2001